DOMINGO XXXI DEL T. O. –C-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de la Sabiduría. Sab 11, 22 — 12, 2
Te compadeces de todos, porque amas a todos los seres

SEÑOR, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza,
como gota de rocío mañanero sobre la tierra.
Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes
y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan.
Amas a todos los seres
y no aborreces nada de lo que hiciste;
pues, si odiaras algo, no lo habrías creado.
¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?,
o ¿cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado?
Pero tú eres indulgente con todas las cosas,
porque son tuyas, Señor, amigo de la vida.
Pues tu soplo incorruptible está en todas ellas.
Por eso corriges poco a poco a los que caen,
los reprendes y les recuerdas su pecado,
para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN

LA ARROGANCIA DEL HOMBRE        
            Pensando en la grandeza del universo y en la pequeñez de la tierra y, dentro de ella, en la especie humana, resulta hasta ridículo el engreimiento del hombre que se levanta contra Dios y quiere echarle un pulso. ¡Qué estupidez más grande! Solo pensar en esa estupidez nos debería llevar a hacer lo posible para no romper la armonía y la belleza que Dios le ha dado al conjunto del universo.
            Solo pensar que podemos ponernos en plan destructor avergüenza, pues somos una minúscula mota de polvo que puede ser destruida con el más mínimo movimiento, basta con observar los últimos acontecimientos que estamos viviendo (8 al 15 de septiembre del 2019) con la “gota fría” caída en el levante español.
            Si seguimos viviendo y molestando es por pura gracia y paciencia de Dios que “ama todo lo que ha hecho y no aborrece nada de lo que ha hecho”
            Sin embargo, Dios sigue teniendo paciencia con nosotros y espera que seamos capaces de arreglar nuestros asuntos sin que Él tenga que intervenir con mano dura.
            Pero no somos conscientes de todo esto y esperamos que Dios actúe según el criterio particular de cada uno, pero al mismo tiempo tememos que lo haga, pues tendría que desbaratar todos nuestros planes.

 Salmo responsorial
Sal 144, 1bc-2. 8-9. 10-11. 13cd-14 (R/.: cf. 1bc)
R/.   Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

        V/.   Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
                 bendeciré tu nombre por siempre jamás.
                 Día tras día, te bendeciré
                 y alabaré tu nombre por siempre jamás.   
R/.
R/.   Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

        V/.   El Señor es clemente y misericordioso,
                 lento a la cólera y rico en piedad;
                 el Señor es bueno con todos,
                 es cariñoso con todas sus criaturas.   R/.
R/.   Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

        V/.   Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
                 que te bendigan tus fieles;
                 que proclamen la gloria de tu reinado,
                 que hablen de tus hazañas.   
R/.
R/.   Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

        V/.   El Señor es fiel a sus palabras,
                 bondadoso en todas sus acciones.
                 El Señor sostiene a los que van a caer,
                 endereza a los que ya se doblan.   
R/.
R/.   Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

SEGUNDA LECTURA
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Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses
2Tes 1, 11 — 2, 2
Que Cristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él

HERMANOS:
Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.
A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.
Palabra de Dios.

 REFLEXIÓN

 FRENTE A LA TENTACIÓN DE LA EVASIÓN      
            S. Pablo escribe a los tesalonicenses pidiéndoles que no rompan el orden establecido por Jesús y no se conviertan en motivo de escándalo y dolor para nadie; que sean más bien motivo de alegría, para que todos puedan dar gloria a Dios.
            Es un momento fuerte de tensión por el que atraviesan, pues en el ambiente flota la idea de la parusía (fin del mundo) y todos andan asustados y preocupados; Pablo quiere deshacer ambas cosas, recordándoles que han sido llamados y bautizado en Cristo, por lo tanto, pertenecen a Cristo y él ha resucitado, nosotros estamos llamados a ser, con nuestra vida, testigos de esa resurrección, por tanto ¡fuera miedos y preocupaciones! Cristo ha vencido ya la muerte. Nosotros no podemos evadirnos del mundo, sino todo lo contrario, tenemos que comprometernos más afondo en poner todos los medios para transformarlo y hacer que el reino de Dios vaya surgiendo con más fuerza

Aleluya
Jn 3, 16
R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.
V/.   Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único.
        Todo el que cree en él tiene vida eterna.   
R/.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas. Lc 19, 1-10
El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido

EN aquel tiempo, Jesús entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
    «Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al ver esto, todos murmuraban diciendo:
    «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
    «Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús le dijo:
    «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

CREERSE DUEÑOS DE LA VOLUNTAD DE DIOS      
            El evangelio de este domingo nos presenta el contraste de dos figuras: una la de los fariseos y escribas, los hombres representantes de la religión, del orden, de la ley, y de la voluntad de Dios… los buenos oficiales.
            La otra figura es la de Zaqueo: un cobrador de impuestos representante del poder opresor y de los laicos pasotas de la religión y de los ladrones vendidos al régimen explotador; un hombre despreciable.
            Los primeros viven amparándose en las normas de la religión, establecidas por la ley, que los mantiene separados del pueblo y los autoriza a criticar y a juzgar al otro marginado y condenado por la misma ley. Allí están de observadores.
            Éstos no tienen ningún sentimiento de afecto hacia Jesús, simplemente están de observadores, ellos no tienen necesidad de nada; al ver a Jesús lo que hace, se dedican a criticarlo y les importa un bledo lo que ocurre en el encuentro con el publicano y la transformación que se da en Zaqueo.
            El otro, se abre a Jesús, siente deseos de conocerlo y rompe todos los prejuicios para conseguirlo.
            Los primeros terminan condenando a Jesús por haberse acercado a Zaqueo y éste termina confesando su fe en Jesús, entregando sus bienes a los pobres y devolviendo todo lo que ha robado.
            La lección es maravillosa y Jesús lo hace notar, porque Zaqueo ha recuperado su dignidad de hijo de Dios, en cambio, los que se tienen por buenos y controladores de la misma voluntad de Dios, se han cerrado ellos mismos las puertas de la salvación