RESURRECCIÓN DEL SEÑOR
De andar por casa
“La guerra es la guerra,
si no matas te matan, no te puedes fiar de nadie…” estas eran las palabras de
alguien, el otro día, mientras hablábamos sobre la pandemia que estamos
atravesando; yo sostenía que esta situación nos tiene que hacer aprender una
lección que es en lo que se apoya hoy nuestra esperanza.
Ciertamente, en posturas como ésta no
se puede esperar nada, Cristo resucitó y también hubo gente que no quisieron aceptar
que había resucitado, de la misma manera que la gente de su tiempo creyeron que
su mensaje era una utopía.
✠ Lectura del santo Evangelio según san Mateo.
Mt 28, 1-10
PASADO el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
«Vosotras, no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado».
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Palabra del Señor.
PASADO el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
«Vosotras, no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado».
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: «Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
“Ha resucitado y ahora
va delante de vosotros”. Sí, ahí en el sepulcro han quedado unas cuantas
vendas, un sudario… son los restos de la muerte que han quedado tirados por los
suelos; es todo lo que va a quedar de lo que vamos consiguiendo con tanto
esfuerzo en la vida, pensando que eso es nuestra salvación. Un momento como
éste nos hace ver lo que realmente tiene valor e importancia para la vida.
Es
cuestión de “volver de nuevo a Galilea”, tenemos que volver a retomar todo
aquello grande que dejamos, lanzándonos en busca de unos sueños que no tenían
consistencia y que nos instalaban en la injusticia y en la mentira llevándonos
a la corrupción y degradación de nuestra persona y de nuestra sociedad.
Tenemos
que volver a Galilea y abandonar las cosas a las que nos hemos venido apegando llevados
por los intereses, por la política, por el orgullo, por el lujo, por la
competencia y hacer un mundo más humano y más
hermano…
Tenemos
que retomar el nuevo camino, pero esta vez lo vamos a hacer desde la fe. La
primera cosa que tenemos que quitarnos es el miedo. Sí, Cristo resucitado no
deja abandonado a aquel que opta por la paz, la verdad y la fraternidad.
Tenemos que derribar las barreras que habíamos levantado, incluso la barrera de
desconfianza que ha levantado el virus; tenemos que fiarnos de Dios y apostar
por valores de honradez, verdad, justicia, fraternidad, solidaridad… esa es la
nueva primavera de la resurrección. Y hay que hacer la guerra a todos aquellos
que siguen, como el virus, infectando con el odio, el rencor, la división y la
revancha.
Esta es la aventura de la
fe que rompe con todos los moldes preestablecidos del mundo de la mentira, de
los engaños, de los negocios y de la corrupción y que estamos constatando que
lleva a la muerte.