Domingo 6º de Pascua -A-


 De andar por casa…

         ”Para qué ir tanto a la iglesia y darse golpes de pecho, si luego en la vida es una persona que respira maldad…”
         Esta es la frase que constantemente estamos oyendo  y en la que estamos completamente de acuerdo, pues denuncia la incoherencia en la que vivimos y la falsedad, al no vivir lo que confesamos; de esta manera nos convertimos en un verdadero escándalo ante el mundo. Pero el que haya alguien que actúe de esa manera, no puede ser justificación para que yo haga lo mismo.


Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 14, 15-21
Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

            Estamos escuchando a Jesús que nos dice: “Si me amáis guardaréis mis mandamientos” es decir: la práctica del mandato del AMOR, porque nos dejó un solo mandamiento: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”: esto es lo que certifica nuestro amor a Dios y nuestra amistad con Jesús, lo demás es una farsa.
            El “guardar el mandato de Jesús” es la expresión externa del amor de Dios. Es una incongruencia y una estupidez querer convencer a alguien de mi amor a Dios, lo mismo que de mi gran corazón, mientras vivo odiando a mis hermanos o teniendo cerrado mi corazón al AMOR.
            Existe un gran peligro: el hacer del amor una idea, de forma que podemos hablar de él sintiéndonos especialistas de la idea, pero no de la realidad,  como el que habla de las grandes cualidades del vino mientras es abstemio y jamás lo ha probado. Es posible convertirse en profesionales del amor mientras no nos amamos ni nosotros mismos.