De andar por casa
¿Cuántas
veces te has planteado el abandonar una cosa cosa que estás haciendo porque ves
que es inútil y luego das gracias porque te sirvió lo que hiciste o porque
aprendiste para otro momento? Pues también ocurre todo lo contrario.
Era tentado por Satanás, y los ángeles lo
servían
EN aquel tiempo, el
Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días,
siendo tentado por Satanás; vivía con las fieras y los ángeles lo servían.
Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el
Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en
el Evangelio».
Palabra del Señor.
Efectivamente, la tentación deriva
en lo contrario: vemos una cosa como buena, razonable, lógica… y después que la
hemos aceptado nos empuja necesariamente a dar otros pasos que no habíamos
previsto y cuando queremos acordar nos hemos metido donde nunca pensamos y de
donde no podemos salir porque nos hemos ido amarando sin darnos cuenta con unas
cadenas que nos quitan la libertad.
Podemos poner un ejemplo muy
concreto: veo cómo está la realidad y deseo frenar la evolución de la mentira y
la explotación, algo noble, loable y valioso.
Para luchar contra todo esto acepto
un puesto en la política y obtengo algunas cosas para la comunidad que me ha
votado, no sin antes haber tenido que ceder en algunas cosas que no son
correctas y vamos asumiendo que el fin justifica los medios y poco a poco voy
cediendo por pequeños obsequios y cuando quiero acordar no me queda otra
alternativa que el voto a favor o la expulsión de la cancha.
Por algo, en la oración que Jesús
nos dejó, una de las últimas peticiones fue: “No nos dejes caer en la
tentación” pues envueltos en la buena voluntad nos dejamos en los brazos del
maligno.