De andar por casa:
¿Te has parado alguna vez a pensar lo
mal que lo ha de pasar una persona que tiene alguna deficiencia en su cuerpo? ¿Qué
es lo que hacemos con esas personas? La mayoría de las veces marginarlos, otras
hasta nos burlamos de ellas…
✠ Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 1,
40-45
La lepra se le quitó, y quedó limpio
EN aquel tiempo, se
acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas:
«Si quieres, puedes limpiarme».
Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
«Quiero: queda limpio».
La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió,
encargándole severamente:
«No se lo digas a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y
ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les sirva de
testimonio».
Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el hecho, de modo
que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera,
en lugares solitarios; y aun así acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor.
No puedo evitar centrar
la atención en el leproso que rompe todas las normas para acercarse a Jesús,
todos los prejuicios y todas las prohibiciones, porque sabe que Jesús tiene
superado todo eso y nada de lo que hay establecido lo va a frenar para
escucharlo y atenderlo.
Se acerca a Jesús y le dice: “Si
quieres, puedes limpiarme”. El leproso, no solo está seguro de que Jesús puede,
sino que también está seguro de que quiere. Y la respuesta fue contundente:
“¡Quiero!”
La pregunta que me asalta como
cristiano creyente, como miembro de la iglesia es la siguiente: ¿Por qué cuando
puedo y quiero, tengo que p0oner tantos obstáculos al que está necesitando del
perdón, de la paz, de la alegría en su vida, cuando está en mis manos el
dársela?
Son miles de ejemplos los que vienen
a mi mente mientras que veo a Jesús que no pone ni una sola dificultad.