DOMINGO DE RESURRECCION

¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Del evangelio de san Lucas
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron:
«¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado. Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar».
Y recordaron sus palabras. Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás.
Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no las creyeron.
Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos. Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido. Palabra del Señor
    Nos hemos venido preparando durante toda la Cuaresma para lo que conmemoramos hoy. Después de celebrar el Santo Triduo Pascual, nos encontramos con el misterio central de nuestra fe: La Resurrección de Cristo de entre los muertos.
    Hoy celebramos la Resurrección del Señor. El gran hecho para toda la humanidad es que Cristo está vivo en medio de nosotros. El Evangelio nos manifiesta que aun en la incertidumbre de la noticias que les llegan por medio de la mujeres, encuentran el sepulcro vacío y creen.
    ¿Por que buscáis entre los muertos al que vive?. En torno a esta pregunta se ha de concretizar nuestra respuesta y nuestra vida. ¿Dónde buscamos a Cristo en nuestra vida? Después de contemplar a Cristo en la Cruz, nos viene la necesidad de plantearnos que quizás lo hagamos de techo para abajo, y nos seamos capaces de mirar hacia lo alto. 
    Nuestra vida espiritual se mueve desde la fe del Resucitado, los signos del sepulcro vacío, las vendas, el testimonio de todos aquellos que vieron el sepulcro, nos hace pensar que la fe que nos pide Cristo ha de ser una fe en su resurrección, una fe en el amor que rompe las ataduras de la muerte, una fe que se nutre de la llagas del resucitado, puesto que como nos dice el apóstol Pedro, sus heridas nos han curado.
    Seamos portadores de fe y esperanza en medio de nuestro mundo y mostremos a Cristo en medio de él para que la vida con mayúscula se haga presente en todo aquel que lo necesite y siendo  testigos de la fe  también nos encontremos con el resucitado y vivamos plenamente de su amor.
¡Feliz Pascua de Resurrección!