SOLEMNIDAD CORPUS CHRISTI

 

Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
Del evangelio según san Juan:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».
Disputaban los judíos entre sí:
«¿Cómo puede este darnos a comer su carne?».
Entonces Jesús les dijo:
«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.
Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre». Palabra del Señor.
    Terminada la revelación de Dios Trinidad, la Iglesia celebra al domingo siguiente la Solemnidad del Corpus Christi. Hoy es el día del Señor, prolongación de la Institución de la Eucaristía que se llevó a cabo Jueves Santo.
    Las lecturas de este domingo no hacen referencia directa al pasaje de la última cena, sino las consecuencias de este momento. En ella Jesucristo se nos queda para siempre en el pan y en el vino, celebramos por lo tanto un memorial, "Haced esto en memoria mía".
    Ante este misterio de fe, tenemos que tener en cuenta toda la vida de Jesús, desde su Encarnación, "la Palabra se hizo carne", hasta las comidas con los pecadores, los milagros, el perdonar pecados, el enseñar con autoridad, sus predicaciones, etc., van formando y configurando este momento, en todos ellos podemos imbuirnos para tener vida en Él, "he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia".
    Que Cristo se haga carne nos manifiesta que quiere compartir su vida con nosotros y que al igual que el pan da vida y fortaleza, Él es nuestra Vida y fortaleza en el caminar hasta el Padre.
    El sentido de toda la vida del hombre es ponerse precisamente al servicio del mismo, partir y compartir nuestra vida, eso es lo que nos enseña el Maestro, el se parte y comparte su vida con nosotros, entregándose en la Cruz, para que tengamos vida. Participar de la Eucaristía es participar en su vida y misión.
    La Eucaristía es profecía, "Este es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre", El maná que recibieron el pueblo de Israel en el desierto ya era prefiguración de este Pan que da vida en plenitud. El maná miraba ya, por lo tanto, al pan eucarístico.
    También Jesús nos señala algo importantísimo en el texto, "como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí". La Eucaristía es presencia, quien se une a Cristo sacramentado se convierte en su presencia en medio de nuestro mundo, para hacer lo que él hizo, manifestar su amor y entrega al hombre de todos los tiempos y lugares,
    Que este misterio de fe nos empuje a encontrarnos con Él en la Eucaristía, para poder dar nosotros también en su nombre vida a este mundo, como lo hizo aquel niño que le presentó lo que tenía: cinco  panes y dos peces para que por medio de ellos el mundo fuera alimentado por la Palabra y el amor de Cristo.