XI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A

 

Llamó a sus doce discípulos y los envió.

Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, al ver Jesús a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Entonces dice a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia.
Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó.
A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones:
«No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel.
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis». Palabra del Señor.
    Con este domingo retomamos nuevamente el tiempo ordinario. Hoy Jesús nos llama para ponernos en camino junto a Él. Quiere que trabajemos codo con codo para hacerlo presente, para ello lo primero que tenemos hacer es tener sus mismos sentimientos, mirar a nuestro alrededor con ojos de misericordia.
    Cuando descubrimos su misericordia en nosotros, estamos descubriendo nuestras propias necesidades respecto a Él, es decir, su falta en nuestra vida de fe, de cristianos y ello nos empuja a buscarle como lo hace la muchedumbre que lo acompaña que "andaban como ovejas que no tienen pastor".
    Él quiere que seamos instrumentos suyos y que nos pongamos en marcha para ser imagen suya en medio del mundo, como lo hicieron los apóstoles. Al igual que los llamó por su nombre nos llama a nosotros, y nos da "autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia", y también nos muestra la misión que nos es otra cosa que su quehacer, lo que hizo continuamente a lo largo de su vida, "id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis»".
    Esta misión que nos ofrece en este domingo, ha de ser para nosotros el distintivo de nuestro ser-cristianos, pues tenemos su fuerza, aquella que recibimos en Pentecostés, tenemos su entrega y amor como lo descubrimos en la Eucaristía, y sabemos que su palabra es veraz y tenemos la certeza que Él estará con nosotros hasta el fin del mundo.