SOLEMNIDAD SANTISIMA TRINIDAD

 

Dios envió a su Hijo para que el mundo se salve por él.
Del evangelio de san Juan.
Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Palabra del Señor.
    En esta solemnidad de la Santísima Trinidad, celebramos a Dios revelado en las tres personas divinas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios uno y trino, comunidad de Amor. Es un misterio de fe, pero sobre todo es Misterio de Amor. La Trinidad es una verdad para creer y la base de nuestra vivencia cristiana.
    Cuando nos acercamos a este Misterio lo hacemos con lenguaje humano y racional. Todos los atributos que le otorgamos a Dios, supera al lenguaje, ya que este lo acota y lo hace finito porque esa es nuestra realidad. Dios es mucho más que el significado de la palabra. 
    Debemos tomar conciencia que cuando hablamos de cualquiera de las tres personas, estamos hablando de Dios. Dios es amor, este amor del Padre es el que hace posible el envío de Jesucristo "tanto amó Dios al mundo que nos envió a su único Hijo", para que conociéndolo a Él llegáramos a conocer al Padre, "quién me ha visto a mí a visto al Padre" le dirá Jesús a Felipe cuando este le pide "muéstranos al Padre". Y el amor no se puede quedar encerrado en sí mismo por esto el Hijo nos ama hasta el extremo y nos promete el Espíritu Santo y es enviado el día de Pentecostés, para sentir su presencia alentadora en nuestra vida.
    Nadie se podrá encontrar con el Hijo o con el Padre o con el Espíritu Santo. Nuestra relación será siempre con el TODO que nos identifica con Él.
    Esta celebración nos invita a vivir la unidad tan deseada por Cristo, una unidad que llega a manifestarse en medio de la pluralidad de dones y carismas. "que todos sean uno, como tú y yo Padre somos uno". que nos impulsa a reconocer sus signos en medio de nuestro mundo, y nos ayuda a través del Espíritu a llegar a manifestarlo en medio de la vida.
    Que este Dios del Amor que se manifiesta en Jesucristo Redentor nos fortaleza con su Espíritu Santificador para que seamos todos uno en el mundo como Dios Uno y Trino.