I DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO C

 


Se acerca vuestra liberación.

Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo
del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre». Palabra del Señor.
    Hemos terminado un año litúrgico y con este domingo nos disponemos a comenzar otro nuevo, ante este acontecimiento nos surge una pregunta ¿para qué?, siempre es lo mismo.
    Las lecturas de este domingo nos invita a no pensar eso de que siempre es lo mismo, sino mejor que Dios nos da un nuevo tiempo de gracia y de vigilancia ante la llegada de Cristo al final de los tiempos. Buscar la esperanza en nuestro tiempo actual, realmente podemos decir que es un gran reto. ¿Dónde está o dónde podemos encontrarla?.
     En la primera lectura se nos dice que ella misma está en la promesa que Dios hace a Israel y al pueblo de Judá, por lo tanto, esa promesa llega a nosotros con toda su fuerza y plenitud. Nuestra esperanza es la espera gozosa de la venida del Señor al final de los tiempos, pero no podemos olvidar que día a día se hace el encontradizo en cada acto de amor y de misericordia que experimentamos, como nos dice el apóstol Pablo.
    Este nuevo comenzar es el gran camino que hemos de recorrer con sus luchas tanto externas como internas para encontrarnos con el Señor que viene sobre las nubes del cielo. Seamos capaces de dejarnos iluminar con su luz para que no andemos en tinieblas y así podamos estar atentos y vigilantes ante la venida de Cristo ya cercano en este tiempo de Adviento.

SOLEMNIDAD CRISTO REY. CICLO B


 Tú lo dices: soy rey.

Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?».
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Palabra del Señor.
    Con este domingo Solemnidad de Cristo Rey, concluimos el tiempo litúrgico para comenzar uno nuevo con el Adviento. Esta fiesta nos invita a descubrir la grandeza de Jesucristo culminando su obra redentora de salvación.
    El reinado de Cristo, por lo tanto, es un reinado de conversión y servicio, nos lo anuncia en el evangelio de Marcos, "convertíos porque está cerca el reino de los cielos". Vivir el proceso de conversión es experimentar la adhesión de nosotros mismos a la persona de Cristo, de ahí podremos encontrar la verdad del hombre, Cristo es la verdad que nos ofrece el Padre.
    En el reino de Dios no encontraremos un reino de poder y autosuficiencia, sino un reino de servicio y entrega. El servicio y la entrega de todo hombre es hacer presente a Dios en medio de nuestro mundo. El mismo Cristo nos enseña a descubrirlo desde la verdad, Él es la verdad. Su Palabra es la verdad, palabra de vida y de justicia, palabra creadora y sanadora, palabra que aquel que la escucha se va configurando a Cristo y a toda su realidad, desde ahí descubriremos que este reino está dentro de nosotros y nos invita a ser servidores del mismo para manifestar la gloria del Padre por medio del amor.

XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 


Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre». Palabra del Señor.
    Poco a poco nos estamos acercando al final del tiempo litúrgico. El domingo que viene celebraremos la solemnidad de Cristo Rey, Es algo normal y cotidiano experimentar que todo tiene un fin desde el pensamiento humano. 
    Hoy descubrimos en el evangelio el anuncio que hace Jesús de eso mismo, con la desaparición de todo lo que está a nuestro alrededor. Ante esto el hombre siente miedo y desesperación, a su vez nos anuncia "que entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria". 
    En nuestro mundo actual quizás tengamos asumido esta situación de finalidad, pero también a su vez no tanto la esperanza de la venida de Cristo al final de los tiempos.
    Estamos acostumbrados a vivir el día a día sin tener en cuenta la esperanza en nuestro horizonte, sobre todo en los momentos difíciles que en muchas ocasiones nos toca vivir. Jesús mantiene su palabra hasta el final de los tiempos y se cumplirá todo lo anunciado por medio de sus labios, en este caso nos invita a descubrir los signos de los tiempos y a acrecentar nuestra esperanza en Él.
    Solo los que lo buscan podrán encontrarlo en las luchas cotidianas y experimentar estas palabras de Cristo, Él está siempre a nuestro lado y lo estará hasta el fin de los tiempos, siempre con la mano extendida, esperando a que le abramos la puerta para compartir su vida con nosotros.   
    

XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

                                                             Esta viuda pobre ha echado más que nadie.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». Palabra del Señor.
    En este domingo nos encontramos con algo cotidiano en el templo de Jerusalén, el arca de las ofrendas.
    Hoy Jesús nos descubre el sentido pleno del culto y la oración hacia el Dios único y verdadero. Lo hace alabando la ofrenda que hace la pobre viuda ante aquellos que ofrecen lo que le sobra.
    Y hoy al igual que entonces también nosotros tenemos que descubrir el sentido interior de la ofrenda que le hacemos a Dios, aunque nosotros nunca podremos pagarle de la misma forma. Nos pide que no seamos como los fariseos que ofrecen un culto vacío, sino como la pobre viuda que entrega toda su vida desde el silencio y la sencillez.
    Nos invita que miremos con los ojos del corazón como lo hace Él, que lo descubramos en nuestras propias pobrezas y miserias para que él mismo las convierta en ofrendas agradable ante Dios, solo así nos iremos configurando en persona de Cristo, que siendo rico se hace pobre.
    El mejor culto y la mejor ofrenda que podemos tributarle a Dios es nuestra propia vida puesta al servicio de los demás, solo desde ahí podremos encontrarnos con Él.