Esta viuda pobre ha echado más que nadie.
En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». Palabra del Señor.
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». Palabra del Señor.
En este domingo nos encontramos con algo cotidiano en el templo de Jerusalén, el arca de las ofrendas.
Hoy Jesús nos descubre el sentido pleno del culto y la oración hacia el Dios único y verdadero. Lo hace alabando la ofrenda que hace la pobre viuda ante aquellos que ofrecen lo que le sobra.
Y hoy al igual que entonces también nosotros tenemos que descubrir el sentido interior de la ofrenda que le hacemos a Dios, aunque nosotros nunca podremos pagarle de la misma forma. Nos pide que no seamos como los fariseos que ofrecen un culto vacío, sino como la pobre viuda que entrega toda su vida desde el silencio y la sencillez.
Nos invita que miremos con los ojos del corazón como lo hace Él, que lo descubramos en nuestras propias pobrezas y miserias para que él mismo las convierta en ofrendas agradable ante Dios, solo así nos iremos configurando en persona de Cristo, que siendo rico se hace pobre.
El mejor culto y la mejor ofrenda que podemos tributarle a Dios es nuestra propia vida puesta al servicio de los demás, solo desde ahí podremos encontrarnos con Él.