IV DOMINGO DE CUARESMA, CICLO C

Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.


Lectura del evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre:
"Padre, dame la parte que me toca de la fortuna".
El padre les repartió los bienes.
No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se marchó a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad.
Fue entonces y se contrató con uno de los ciudadanos de aquel país que lo mandó a sus campos a apacentar cerdos. Deseaba saciarse de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba nada.
Recapacitando entonces, se dijo:
"Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me levantaré, me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros".
Se levantó y vino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Su hijo le dijo:
"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo".
Pero el padre dijo a sus criados:
"Sacad enseguida la mejor túnica y vestídsela; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y sacrificadlo; comamos y celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado".
Y empezaron a celebrar el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza, y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
Este le contestó:
"Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha sacrificado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud".
Él se indignó y no quería entrar, pero su padre salió e intentaba persuadirlo.
Entonces él respondió a su padre:
"Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; en cambio, cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado".
El padre le dijo:
"Hijo, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado"».Palabra del Señor.
    Nos encontramos en el cuarto domingo de cuaresma, domingo de la alegría y es verdad, en el evangelio descubrimos la gran misericordia del Padre que tiene con el hijo y por eso la alegría inmensa que tiene el Padre por el hijo perdido y encontrado, como vemos son sentimientos propios que podemos experimentar todos nosotros.
    El evangelio de hoy es muy evocador, lo podemos ver desde muchos puntos de vista, pero quizás lo primero sería adentrarnos en cada uno de los personajes que aparecen.
    Lo primero que descubrimos es la gran misericordia y fidelidad que tiene el padre con el hijo menor, dándole la parte de la herencia que le corresondía, aun sabiendo que iba a malgastarla, y no por ello, su gran misericordia al regreso de ese hijo una vez que ha malgastado toda su vida, al recibirlo, con los brazos abiertos.
    Sus dos hijos son contradictorios entre sí, el menor bien sabemos lo que hace y el mayor vive como un siervo, al no conocer plenamente el amor de su padre hacia Él.
    El centro del evangelio es la fiesta, el padre hace fiesta por el hijo perdido y ofrece lo mejor que tiene porque lo ha recobrado con vida.
    Desde este punto podemos adentrarnos nosotros también en esta historia, cuantas veces nos alejamos del Padre aún sabiendo todo lo que nos ha dado y malgastamos la vida, incluso perdiendo la dignidad de cristianos. Dios continuamente sale a nuestro encuentro para hacer fiesta y nos ofrece el mejor de sus corderos, Jesucristo, aquel que es la vida del mundo. Nos invita a no ser esclavos de nosotros mismos como el hijo mayor, para adentrarnos en nuestra propia historia de salvación, a participar en la vida de Cristo, puesto que no nos llama siervos sino amigos, porque conocemos todo lo que el Padre quiere. El hijo mayor esperaba su herencia una vez que el padre faltase para revestirse de su propia autoridad.
   En este tiempo cuaresmal miremos en nuestro interior, para reconocer que nos hemos alejado de Él y vayamos al encuentro del Padre, él nos recibirá con misericordia y nos volverá a dar la dignidad de los hijos de Dios, hará fiesta para ser todos uno en Cristo Jesús.

II DOMINGO CUARESMA.CICLO C

  Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió.

Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, tomó Jesús a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía lo que decía.
Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube.
Y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo».
Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. Palabra del Señor.
    En este segundo domingo de Cuaresma,  nos encontramos con el evangelio de la Trasfiguración del Señor. Este momento es crucial porque revela la divinidad de Jesús y su conexión con la ley y los profetas, representados por Moisés y Elías. La voz de Dios se escucha desde una nube, afirmando que Jesús es su Hijo elegido y que debemos escucharle.
    Hoy se nos invita a adentrarnos en la oración para entrar en comunión no solo con Moisés y Elías, sino para entrar en el Misterio de la Transfiguración y contemplar la gloria propia de Jesucristo. Jesús se retira a orar antes de esta experiencia. Esto nos enseña que la oración es fundamental para nuestra vida espiritual y para discernir la voluntad de Dios. En este camino cuaresmal la oración nos ayuda a contemplar el camino de la cruz y a alimentar la esperanza en la resurrección. La Transfiguración muestra la gloria de Jesús y nos invita a reconocer su divinidad. Es un recordatorio de que, aunque enfrentemos dificultades, la luz de Cristo siempre brilla.
    La aparición de Moisés y Elías, la Ley y los profetas, fundamento del pueblo de Israel, nos manifiesta que Jesús cumple las promesas del Antiguo Testamento. Esto nos anima a ver cómo nuestras propias vidas pueden estar conectadas con el plan de Dios. La voz de Dios nos recuerda que debemos prestar atención a las enseñanzas de Jesús y seguir su ejemplo en nuestras vidas.
    La Transfiguración es un momento de revelación y transformación que nos impulsa a revitalizar y profundizar nuestra fe y a vivir de acuerdo con el mensaje de amor y esperanza que Jesús nos trae. 

    

I DOMINGO DE CUARESMA. CICLO C

   El Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado.
Del evangelio según san Lucas
En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre.
Entonces el diablo le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan».
Jesús le contestó:
«Está escrito: "No solo de pan vive el hombre"».
Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:
«Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo».
Respondiendo Jesús, le dijo:
«Está escrito: "Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto"».
Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden", y también: "Te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra"».
Respondiendo Jesús, le dijo:
«Está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"».
Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión. Palabra del Señor.
    Comenzamos la Cuaresma, tenemos ante nosotros cuarenta días de preparación para la celebración de la Pascua.
    Hoy Jesús se adentra en el desierto durante cuarenta días para ser tentado. El pueblo de Israel ya tiene experiencia de todo esto, sobre todo por la experiencia propia en el desierto hacia la tierra prometida, donde fue tentado en muchas ocasiones.
    Lo primero que descubrimos es que la tentación viene del Maligno.
    La primera tentación que experimento Jesús es la de la autosuficiencia, sintió hambre y al ser el Hijo de Dios, podía convertir las piedras en pan, es decir, no pasaría ninguna necesidad pues él mismo podría autoabastecerse de lo que quisiera. Jesús nos advierte: «Está escrito: "No solo de pan vive el hombre"». Tenemos también que alimentar la fe, por medio de la escucha de la Palabra y de los Sacramentos, no podemos dejar de lado la presencia de Dios en nuestras vidas.
    La segunda tentación es la soberbia, «Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo». El propio hombre se manifiesta como el ser único y supremo de todo el universo, y no siente la necesidad de entrar en comunión con el Dios único y verdadero. La vida es mía y dispongo de ella como quiera.
    La tercera tentación nos lleva a la propia intención de tentar a Dios, «Está escrito: "No tentarás al Señor, tu Dios"». Todo lo contrario a la confianza en Él. Confiar en Él es cumplir su voluntad con la certeza de que en ese cumplimiento estamos llevando a cabo el plan salvífico de Dios en nosotros.
    Vivamos esta Cuaresma con el corazón abierto a este plan sabiendo que tras experimentar el dolor de la cruz podremos vivir la alegría de la Resurrección y la victoria de la vida sobre la muerte.


VIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C

 De lo que rebosa el corazón habla la boca.

Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca». Palabra del Señor.
    La lectura de este domingo, va muy unida a la temática del domingo anterior. La parábola de la mota y la viga, aunque no es lo mismo una mota que una viga, la verdad es que ambos no ven bien. Por lo tanto, nos invita a descubrir cuál es el obstáculo que tenemos para no tener una plena visión.
    Hoy Jesús nos lleva a descubrirlo pero desde el corazón, un árbol bueno da frutos buenos, un árbol malo da frutos malos, o como decimos en el refranero, "nadie da lo que no tiene". Mirar desde el corazón de Jesús es contemplar la realidad desde una óptica superior,  desde su mirada .
    Su mirada nos invita a mirar a los otros con misericordia como vimos el domingo pasado, a descubrir nuestras debilidades propias y sobre todo a ponernos en el lugar del otro, desde la humildad y sencillez para que así podamos construir un mundo mejor.
    Pidamos al Señor la luz de su Espíritu para que adentrándose en nuestro corazón podamos dar frutos buenos y dar testimonio de Aquel que viene a curarnos de nuestras propias cegueras.