De lo que rebosa el corazón habla la boca.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca». Palabra del Señor.
«¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
No está el discípulo sobre su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje, será como su maestro.
¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano, déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la mota del ojo de tu hermano.
Pues no hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno; por ello, cada árbol se conoce por su fruto; porque no se recogen higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos.
El hombre bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca». Palabra del Señor.
La lectura de este domingo, va muy unida a la temática del domingo anterior. La parábola de la mota y la viga, aunque no es lo mismo una mota que una viga, la verdad es que ambos no ven bien. Por lo tanto, nos invita a descubrir cuál es el obstáculo que tenemos para no tener una plena visión.
Hoy Jesús nos lleva a descubrirlo pero desde el corazón, un árbol bueno da frutos buenos, un árbol malo da frutos malos, o como decimos en el refranero, "nadie da lo que no tiene". Mirar desde el corazón de Jesús es contemplar la realidad desde una óptica superior, desde su mirada .
Su mirada nos invita a mirar a los otros con misericordia como vimos el domingo pasado, a descubrir nuestras debilidades propias y sobre todo a ponernos en el lugar del otro, desde la humildad y sencillez para que así podamos construir un mundo mejor.
Pidamos al Señor la luz de su Espíritu para que adentrándose en nuestro corazón podamos dar frutos buenos y dar testimonio de Aquel que viene a curarnos de nuestras propias cegueras.