BAUTISMO DEL SEÑOR -A-

PRIMERA LECTURA

Lectura del Profeta Isaías 42, 1 4. 6 7
Mirad a mi siervo, a quien prefiero

Esto dice el Señor:
Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero.
Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga el derecho a las naciones.
No gritará, no clamará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará.
Promoverá fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará hasta implantar el derecho en la tierra y sus leyes, que esperan las islas.
Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones.
Para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión, y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas.
Palabra de Dios.

REFLEXIÓN


“DIOS ROMPE NUESTROS ESQUEMAS”

Después del domingo de Epifanía en el que celebramos la manifestación de Dios al mundo, el problema que se viene presentando es la dificultad que podemos encontrar en reconocer a Dios que se ha hecho carne y vive entre nosotros.
Es la eterna dificultad que ha tenido desde siempre la humanidad: aceptar que Dios se haya hecho hombre y que, por tanto, al hombre lo haya hecho partícipe de la naturaleza divina.
En toda la semana anterior la liturgia ha venido presentándonos una serie de textos de la I Carta de S. Juan en la que nos viene diciendo que Dios es amor y que quien vive en el amor vive en Dios y ha conocido a Dios y que quien no ama, no conoce a Dios. Esto es algo que sobrepasa nuestros cálculos y nos cuesta aceptar que el Amor-Dios vive en cada uno de nosotros y, por tanto, ya no podemos imaginar a Dios como lo habíamos hecho hasta ahora.
¿Y cómo se nos presenta Dios? Tal vez nos agradaría que lo hiciera de una forma espectacular, cargada de fuerza y de poderío, de forma que dejase apabullado al mundo, de modo que no quedase la menor duda… pero eso de que aparezca como un niño indefenso, perseguido, despreciado, y dependiente de una niña y de un joven con dudas…eso cuesta creerlo
Pero es peor aún: no viene gritando, amenazando, fustigando… como lo han hecho todos los profetas y como lo hace el mismo S. Juan Bautista. No, Él viene lleno del Espíritu Bueno de Dios: viene en nombre del Dios misericordioso que no va a destruir la caña que ya está rota, ni a barrer con la poca esperanza que queda…
El viene con el Espíritu de Dios a levantar a los débiles, devolverle la vista a los que andan ciegos y a darle la libertad a los que se sienten amarrados y a levantar del barro a los caídos.
Esto rompe todos nuestros esquemas, nuestra forma de hacer las cosas, nuestra forma de programar, cuando medimos todo desde la efectividad del pragmatismo: aquello que no produce se quita de en medio.
Vuelve de nuevo a estar en el candelero la pregunta: ¿Dónde pretendemos encontrar a Dios y descubrirlo?

Salmo responsorial Sal 28, 1a y 2. 3ac 4. 3b y 9b 10

V/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
V/. Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
V/. La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica.
R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.
V/. El Dios de la gloria ha tronado.
El Señor descorteza las selvas.
En su templo un grito unánime: ¡Gloria!
El Señor se sienta por encima del aguacero,
el Señor se sienta como rey eterno.
R/. El Señor bendice a su pueblo con la paz.

SEGUNDA LECTURA

Lectura de los Hechos de los Apóstoles 10, 34 38
Dios ungió a Jesús con la fuerza del Espíritu Santo

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo:
—Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los israelitas anunciando la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos.
Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él.
Palabra de Dios.


REFLEXIÓN


¿QUIÉN PERTENECE AL PUEBLO DE DIOS?

Pedro quiere dejar bien claro que la fuerza de Jesús no es el poder, ni el dinero ni ningún interés de otro tipo, sino el Espíritu de Dios que habita en él y que le hace ser y vivir de una forma concreta, de modo que su paso por la tierra es “haciendo el bien” porque el que está lleno del Espíritu de Dios no puede hacer otra cosa y esto es lo que nos define delante de Dios, pues el que actúa así es porque ha aceptado el Espíritu de Dios y por eso practica la justicia, en cambio el que no ha aceptado este Espíritu no es de Dios.
Ya no se trata de pertenecer o no al pueblo de Israel, a la estirpe de Abrahán, se trata de un pueblo nuevo que vive del Espíritu y ese pueblo ya no está predeterminado por imposiciones de la sangre, de la raza, de la lengua, de la cultura… sino que es de Dios aquel que ha aceptado a Jesucristo y acepta la salvación que ha traído y practica la justicia.

Aleluya Mc 9, 6

Los cielos se abrieron
y se oyó la voz del Padre:
Este es mi Hijo, el amado; escuchadle.
Aleluya.

EVANGELIO


Lectura del santo Evangelio según San Mateo 3, 13 17
Apenas se bautizó Jesús, vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre él

En aquel tiempo, fue Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole: —Soy yo el que necesito que tu me bautices, ¿y tú acudes a mí?
Jesús le contesto: —Déjalo ahora. Esta bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere.
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrió el cielo y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz del cielo que decía:
—Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto.
Palabra del Señor


REFLEXIÓN


“NO VINO A CONDENAR, SINO A SALVAR”

Ya el profeta Isaías rompe los esquemas que tienen cuadriculada la mentalidad de la gente frente al Mesías: no va a venir haciendo como normalmente nosotros lo haríamos intentando ser efectivos, sino que va a partir desde otro ángulo completamente distinto, lo va a hacer desde el perdón, desde la acogida, desde el silencio…
Ahora S. Mateo vuelve a recalcar la idea llevando las cosas a un extremo casi escandalizante: el Mesías se confunde en medio de una masa de pecadores que entra en el río a purificarse de sus pecados; incluso lo presenta con la posibilidad de que lo confundan como inferior a Juan Bautista, pues muchos de los que entraban a bautizarse se quedaban después como discípulos de Juan; esto fue un problema en la primitiva iglesia que algunos, así lo entendieron. Aquello que había predicho Isaías del Mesías aquí queda completamente reflejado con toda su amplitud.
Sin embargo el evangelista quiere dejar bien claro que Jesús no es un pecador más, es aquel del que han hablado los profetas, ese que vendrá lleno del Espíritu del Dios Bueno, que no viene a condenar, sino a salvar. Ese Espíritu que lo llena y que le hace pasar por la tierra haciendo el bien a todos los hombres.
La iglesia está llamada a hacer lo mismo: no clamará, no condenará, no romperá lo que está ya débil, no apagará la poca luz que queda… sino que estará al lado del débil, del indefenso, del despreciado, de modo que cualquiera no pueda ver en ella otra cosa que el Espíritu del Dios Bueno que la llena y que pasa por el mundo y está en él haciendo el bien.