DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO -B-




PIMERA LECTURA

 Lectura del libro de los Números 11, 25‑29
¿Estás celoso de mi? ¡Ojalá todo el pueblo fuera profeta!

En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar en seguida.
Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento.
Un muchacho corrió a contárselo a Moisés:
-  “Eldad y Medad están profetizando en el campamento.”
Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino:
-“Señor mío, Moisés, prohíbeselo.”
Moisés le respondió:
-“¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!”
Palabra de Dios.

 
REFLEXIÓN

 
“LA PREOCUPACIÓN POR LO OFICIAL”  

El capítulo 11 del libro de los Números nos cuenta las etapas que va atravesando el pueblo en su marcha por el desierto; las cosas se van complicando y a Moisés le faltan manos y pies para atender a todo el pueblo y surge la necesidad de delegar funciones, de ir responsabilizando a la gente y de esa manera hacer que el pueblo participe en la misma misión que tiene Moisés.
Es interesante no perder de vista las circunstancias por las que va atravesando el pueblo, en concreto el momento que nos presenta es crítico: llevan varios meses comiendo el “maná” y ya les provoca hastío, tienen el peligro de recordar las ollas de ajos y cebollas de Egipto que aunque no fuera comida de lujo, la tenían en abundancia.
Moisés se encuentra en un grave aprieto: ¿cómo hacer para cambiar el menú y dónde encontrar otra cosa y evitar de esa manera que el pueblo se venga abajo y no sienta añoranza de Egipto?
Delante solo tienen desierto, detrás está Egipto con abundancia de bienes, sin responsabilidad porque tendrían que ser esclavos; hacia adelante tienen una promesa de una tierra que han de conquistar y tendrán la libertad y una vida digna, pero esto les supondrá esfuerzo, lucha sacrificio…
Yahvé monta en cólera contra el pueblo y Moisés hace una bellísima oración de intercesión pidiéndole a Dios que comprenda la situación y la respuesta de Dios es el que todos se impliquen y se dejen de estar siempre esperando que se lo den todo hecho, de esa manera, la dirección, la orientación y la concientización del pueblo era obligación de todos
Y el Espíritu del Señor se derrama no solo sobre Moisés, sino sobre todo el pueblo y cada uno se encuentra en capacidad para “ser profeta”: cualquier persona del pueblo que entienda las cosas puede ser “catequista” de sus hermanos y está autorizado para hacerlo sin que necesariamente hubiera recibido el envío oficial por parte de la autoridad.
Ese fue el caso de Eldad y Medad: ellos no habían estado en la tienda el momento del reparto de la misión, pero estaban realizándola cuando Josué los encuentra “catequizando” y se lo quiere impedir porque no han recibido el mandato de la autoridad, menos mal que Moisés no cayó en la misma trampa que caen hoy tantos que invalidan toda iniciativa que no nace de la autoridad competente o es aprobada por ella y Moisés le reprende: «ojalá todo el pueblo fuera profeta», ojalá cada uno del pueblo asumiera su misión y se convirtiera en apoyo y no en piedra de tropiezo o escándalo para sus hermanos. Josué aparece más preocupado en mantener la imagen de la autoridad establecida que el espíritu de solidaridad del pueblo. Es la gran lección que hoy la iglesia entera: jerarquía y pueblo debería plantearse, porque con mucha frecuencia nos ubicamos en la situación de Josué y nos aferramos a la oficialidad antes que a Jesucristo.

 
Salmo responsorial Sal 18, 8. 10.12‑13.14 (R/.: 9a)

R/.  Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
R/.  Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
R/.  Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado,
)quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta. R/.
R/.  Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre e inocente
del gran pecado. R/.
R/.  Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

 

SEGUNDA LECTURA

 Lectura de la carta del apóstol Santiago 5, 1‑6
Vuestra riqueza está corrompida

Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado.
Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego.
¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final!
El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos.
Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 
“CEBADOS PARA LA MATANZA” 

             La primera lectura y el evangelio de hoy nos presentan una actitud que es equivocada con respecto al Reino de Dios: creer que para construirlo es necesario estar etiquetado y todo lo que no se haga bajo la etiqueta no es válido. Tanto Moisés, como Jesús dejan bien claro que el reino de Dios está por encima de cualquier interés o cualquier denominación.
            El apóstol Santiago presenta precisamente la otra cara del problema: el que no entiende que pueda haber otro reino que no sea el del dinero y el del poder por el que está permitido hacer y atropellar lo que sea y a quien se presente porque no hay otra realidad posible ni válida: vivir amontonando riquezas defraudando y robando a los pobres, reteniendo y rebajando el jornal a los obreros, viviendo con lujo y entregados al placer… mientras a su lado están viendo cómo la gente cae en la cuneta de la vida sin posibilidades de levantarse.
            También éstos entienden que o estás en su “club” o eres un don nadie, a quien no merece la pena echar.
            Ellos están convencidos que sin ellos no se puede hacer nada y si algo se intenta, harán lo posible por tirarlo por tierra y desprestigiarlo.
            Efectivamente, no es éste el “club” de Jesús ni aceptó entrar en él, fueron ellos los que se lo liquidaron y siguen haciéndolo porque no creen que haya alguien que tenga derecho a vivir si no es de los suyos; la sentencia del apóstol Santiago es fortísima: “Os habéis cebado para el día de la matanza”, pues su destino es la muerte y el desprecio del universo entero.

 
Aleluya cf. Jn 17, 17b. a
Tu palabra, Señor, es verdad; conságranos en la verdad.

 EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos     9, 38‑43. 45. 47‑48
El que no está contra nosotros está a favor nuestro. Si tu mano te hace caer, córtatela

 En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
-“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.”
Jesús respondió:
-“No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.
Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga.
Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno.
Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.”
Palabra del Señor.
 

REFLEXIÓN

 
“EL REINO DE DIOS NO ES PROPIEDAD  PRIVADA”  

     Ante la lectura del texto del evangelio de Marcos que nos trae la liturgia de hoy, es imposible sustraerse al recuerdo de tantos momentos en nuestra vida eclesial en los que vemos reflejada la misma postura de los apóstoles frente a quienes sintieron la llamada del Señor a su manera y van haciendo el bien a todo el que encuentran y le orientan hacia Dios mejor, incluso, que los que tienen el “mandato y el envío oficial”.
Estoy pensando en algún sacerdote que entra en su parroquia y despide a catequistas, a personas que siempre estuvieron prestando su servicio con un cariño enorme a la iglesia, de una forma completamente desinteresada;  llega él y barre todo lo que había porque, según él, las cosas tienen que cambiar, o no le gusta la forma cómo se viene haciendo y deja decepcionada y hundida a un montón de gente desautorizando y despreciando el camino que una comunidad ha venido haciendo durante mucho tiempo.
Este es el eterno problema de los grupos e instituciones religiosas, políticas, sociales… que se llegan a creer los dueños de la verdad y se levantan con el monopolio de la salvación: o estás en sus filas o eres un proscrito.
Nos cuesta aceptar que el Reino de Dios no es de nadie, sino de Dios y en la tarea de su construcción nadie tiene la exclusiva, es más: el entender que esta tarea es la máxima aspiración del ser humano, es un don que no todo el mundo ve; los apóstoles tampoco lo acabaron de entender y no comprendían que la pertenencia al grupo de Jesús no fue como consecuencia de un concurso de méritos, sino que el mismo Jesús los invitó y los llamó aun sabiendo que no eran ni los mejores ni lo más representativo de la sociedad del momento.
Con frecuencia nos parecemos mucho a Juan y al resto de los apóstoles: nos ponemos celosos cuando vemos que otros lo hacen hasta mejor que nosotros y pensamos que lo que da el sello de calidad es la pertenencia al grupo y no la llamada que Dios hace a todo hombre a obrar el bien y a vivir amando.
Lo que nos va a hacer reconocibles delante de Dios no va a ser  el sello de pertenencia, sino la práctica del amor, de la justicia y de la verdad, hasta el punto que llegará el momento –según palabras de Jesús- en que llegarán diciendo: “Si nosotros hemos hecho hasta milagros en tu nombre, hemos comido y bebido en tu mesa… y Él responderá: marchaos, no os conozco”
Un peligro enorme que siempre acecha es el de convertirse en una comunidad excluyente al estar muy preocupados de la pureza doctrinal, por acentuar la autoridad, por definirnos para que cada cosa esté en su sitio… En definitiva no es más que la lucha por salvaguardar el poder establecido a lo que se le da el “tinte” de salvaguardar los “derechos de Dios”
Con esta excusa, encontramos en la historia multitud de grandes creyentes y seguidores de Jesús que han quedado excluidos y han sido perseguidos y vilipendiados, solo porque son de esta o de la otra tendencia que no cuadra con la del “Josué” o del “Juan” de turno que se creen los poseedores de la verdad y hacer sufrir a la iglesia y escandalizar a todos aquellos pequeños que no alcanzan a comprender muchas cosas dentro de la iglesia.