LA ASCENSIÓN DEL
SEÑOR
Una
vez que comían juntos, les recomendó:
-“No
os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la
que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros
seréis bautizados con Espíritu Santo.”
Ellos lo rodearon preguntándole:
-“Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar
el reino de Israel?”
Jesús contestó:
-“No
os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido
con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis
fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta
los confines del mundo.”
Dicho
esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres
vestidos de blanco, que les dijeron:
-“Galileos,
¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado
para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.”
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
EL ESPÍRITU QUE SOPLA
Es importante
que tengamos en cuenta lo que S. Lucas ha hecho con sus escritos: ha
distinguido bien una primera parte dedicada al tiempo de Jesús (su
evangelio) en el que ha venido presentando la persona física de Jesús (el Jesús
de la historia) actuando con la gente y con los discípulos.
Esta segunda parte de su obra, se ha
centrado en el Jesús resucitado (el Cristo de la fe) que actúa en los
creyentes: los “Teofilos” (TEOFILO= Amigo de Dios): el creyente que vive de la
fe en Jesús resucitado y que sigue luchando con la fuerza de su Espíritu Santo.
Es curioso: el evangelio de Lucas
termina con Jesús que es llevado al cielo y, el libro de los Hechos, comienza
justamente con el mismo episodio; a partir de ahora la actuación de Jesús va a
ser la misma, pero de forma muy diferente.
Es
interesante constatar cómo termina el evangelio: “vosotros quedaos en la ciudad,
hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.” Lc 24,49 Y cómo comienza el
libro de los Hechos: “-“No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la
promesa de mi Padre.” (Hch 1,5) Es
decir: ha habido una preparación realizada por Jesús; ahora se trata de esperar a que sea el
Espíritu quien comienza su nueva andadura; a los apóstoles se les pide que se
dejen conducir por Él, y esa fuerza del Espíritu va a ser la que, de ahora en
adelante, sea la que marque el ritmo y las estrategias; por parte de los
apóstoles se tratará de no obstaculizar la fuerza del Espíritu, queriendo
imponer ellos su criterio y, lo que puede ser en algunos momentos más triste,
sus intereses.
Uno
de los problemas que suele ocurrir en la iglesia, es el mismo que ocurría en el
pueblo judío: creerse con el poder de someter, incluso a Dios, a las normas
establecidas por los hombres, de tal forma que, según la clase dirigente, no
reconocían la acción de Dios, si es que
no estaba enmarcada en las norma que
ellos habían puesto, el hecho evidente fue el no reconocimiento de Jesús.
Algo
muy parecido suele ocurrir al creer que el Espíritu sola y exclusivamente habla a través de un “canal” y nos podemos
olvidar que la iglesia es la acción del Espíritu que reparte sus carismas entre
los fieles.
Salmo responsorial Sal
46, 2‑3. 6‑7. 8‑9 (R.: 6)
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra. R.
R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad. R.
R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Porque Dios es el rey del mundo;
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono
sagrado. R.
R.
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17‑23
Lo sentó a su derecha en el
cielo
Hermanos:
Que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os de espíritu de
sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón,
para que comprendáis cual es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de
gloria que da en herencia a los santos, y cual la extraordinaria grandeza de su
poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa,
que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su
derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y
dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino
en el futuro.
Y
todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su
cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Palabra
de Dios.
REFLEXIÓN
EL
DESAFFIO DEL REINO
El
triunfo o el fracaso del proyecto de Jesús, dependerá en gran parte de
nosotros: en la medida que hayamos dejado que el Espíritu de Jesús resucitado,
que vive y está presente en el mundo, actúe en nosotros y no le ofrezcamos
resistencia, Jesús aparecerá con más o menos claridad ante el mundo.
Para
S. Pablo tiene una fuerza enorme lo que Dios ha hecho con Jesús: lo ha
resucitado, le ha dado crédito a todo lo que ha dicho y ha hecho, lo ha
ensalzado por encima de todos aquellos que no lo han creído y lo han matado,
ahora ya no hay duda de nada, ya no hay posibilidad de pensar ni imaginar otra
cosa; ahora se trata de que nosotros nos abramos y nos demos cuenta de todo lo que Dios ha
hecho con nosotros, por la fuerza de Jesucristo: “para que comprendáis cual es
la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de gloria que da en herencia a
los santos, y cual la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros”
Aceptar
y asumir esta nueva realidad en la vida y en nuestra existencia, es aceptar el
desafío que nos plantea, de continuar la misma tarea que ha iniciado Jesús.
Nuestro triunfo o nuestro fracaso en la vida, va a consistir en que la hayamos
empleado en la construcción de su reino o, por el contrario, nos hayamos
decidido a ser el obstáculo que constantemente ha ido encontrando en su camino.
La
iglesia se juega su credibilidad y su razón de existir en su fidelidad al
proyecto de Jesús; en la medida que entra en diálogo con otros intereses,
contrarios al reino, en esa misma medida se deteriora y su imagen se marchita.
Aleluya
Mt 28, 19. 20
Id y haced discípulos de todos los
pueblos —dice el Señor— yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo.
EVANGELIO
Conclusión
del santo evangelio según san Lucas 24, 46‑53
Mientras los bendecía, iba
subiendo al cielo
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-“Así
estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer
día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a
todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros
sois testigos de esto. Yo os enviaré lo que mi Padre ha prometido; vosotros
quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto.”
Después
los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo.
Y
mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo.
Ellos
se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban
siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
EL TIEMPO DE JESUS Y EL TIEMPO DEL ESPÍRITU
Después de la muerte de
Jesús, la comunidad queda completamente desorientada; la misma cosa ocurre el
momento en que desparece del horizonte de la comunidad el proyecto de Jesús, y
entran en juego otros intereses; cuando esto ocurre, es muy frecuente
experimentar que, por un lado funcionan los intereses del mundo y por otro lado
está la llamada de Jesús, que nos indica que ese no es el camino, que lo que se
está haciendo no es asumible.
Jesús ha resucitado y empieza a aparecerse a los
apóstoles, pero su presencia es una denuncia de muchas de sus actuaciones que
no son asumibles, hay que poner una coherencia entre lo que se confiesa y lo
que se practica. Jesús es el referente que ha sido aprobado por el padre, el
Jesús de la historia ha sido “aprobado” “exaltado”, “glorificado” por Dios.
Es necesario que nuestra vida sea identificada con la de
Jesús, para que sea glorificada y aprobada por el Padre; para que esto pueda
suceder, se necesita la acción del Espíritu, que nos irá enseñando y guiando de
la misma manera que Jesús enseñó y guio a sus apóstoles mientras vivió en la
tierra; de no ser así, será muy difícil que la iglesia camine al unísono con
Jesucristo y se mantenga en la misma línea que Él ha marcado.
La ausencia física de Jesús es llenada por la presencia
espiritual de su Espíritu, de esta forma, la comunidad, en la asunción queda
configurada como la alternativa que Dios deja ahora al mundo, para que siga las
huellas que él ha marcado a su pueblo.
La Asunción no es la despedida de Jesús, sino la
ratificación y glorificación de todo lo que ha hecho y dicho, que le autoriza
para establecer su proyecto, como única alternativa para el hombre y, su
presencia resucitada entre nosotros, se convierte en elemento vital para poder
llevar adelante su proyecto: “he
aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de este mundo”. Mt
28,19.
Se trata, pues del final del tiempo de
Jesús de la historia, y el comienzo del Cristo de la fe, o el tiempo de la
iglesia, o de la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del Resucitado.