DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO -C-


PRIMERA LECTURA  


Lectura de la profecía de Habacuc 1 2‑3; 2, 2‑4
El justo vivirá por su fe 

            ¿Hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches? 
            ¿Te gritaré: “Violencia», sin que me salves? 
            ¿Por qué me haces ver desgracias, me muestras trabajos, violencias y catástrofes, surgen luchas, se alzan contiendas? 
            El Señor me respondió así: 
            “Escribe la visión, grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido. 
            La visión espera su momento, se acerca su término y no fallará; si tarda, espera, porque ha de llegar sin retrasarse. 
            El injusto tiene el alma hinchada, pero el justo vivirá por su fe.” 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN        

“SEÑOR, ACELERA TU RESPUESTA”  

            Cuando vivimos una situación como la que tenemos en la actualidad, en donde cada día nos desayunamos con nuevos casos de corrupción, de violencia y de atropellos, hasta el punto que da la sensación de que este mundo se ha vuelto loco, uno siente el deseo de elevar la súplica al Padre para decirle: ¿Hasta cuándo, Señor, vas a dejar que todo esto siga ocurriendo? ¿Cuándo llegará el día que nos despierten con una noticia agradable diciéndonos que se ha determinado acabar con la guerra, con el hambre, con la corrupción, con la violencia… y se ha establecido el orden, la justicia, y la PAZ…?

            Y a veces da la sensación de que Dios está dormido, que no le interesa lo que nos ocurre, como el que dice: “No me habéis querido escuchar, allá vosotros con lo que habéis montado"

            Pero eso no es así, porque la inmensa mayoría no ha montado esto, ni lo quiere, ni lo ha pedido, ni lo acepta, sino que no le queda más remedio que soportarlo y esa sensación que tenemos, cuando sentimos la impotencia para hacer frente al espolio y al robo descarado, Dios la sufre al lado de los débiles y se pone de su parte.

            Es la misma sensación que tiene el profeta y la que tenemos también nosotros y cuando se lo plantea, Dios le responde: “El malvado sucumbirá, pero el justo vivirá por su fidelidad; no te preocupes si tarda, pues esto llegará a su fin y no fallará”.

            En tiempos de Habacuc se refiere a la situación que están creando los extranjeros que asolan el país; en nuestro tiempo se trata de los mismos compatriotas que se han propuesto destruir el país y convertirlo en un nido de víboras o en un infierno.

            En situaciones como las que vivió Habacuc, como en las que estamos viviendo en la actualidad, entran ganas de decirle a Dios: “Señor, acelera el proceso de tu respuesta y no dejes que sigan burlándose de tu pueblo, queriendo oscurecer la luz de la VERDAD y borrando el sentido común. 

Salmo responsorial Sal 94, 1‑2. 6‑7. 8‑9 (R.: 8)



R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." 

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R.
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." 

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R.
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." 

Ojalá escuchéis hoy su voz:
"No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras." R. 
R. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: "No endurezcáis vuestro corazón." 
 

SEGUNDA LECTURA  


Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo     1, 6‑8. 13‑14
No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor

            Querido hermano: 
            Reaviva el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. 
            No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. 
            Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios. 
            Ten delante la visión que yo te di con mis palabras sensatas y vive con fe y amor en Cristo Jesús. 
            Guarda este precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros. 
Palabra de Dios.   

REFLEXIÓN
 

“NO TE AVERGÜENCES DE SER TESTIGO DE LA VERDAD”    

            En la línea de la carta que S. Pablo escribe a Timoteo, unos versículos antes de los que nos presenta hoy la liturgia, Pablo aconseja a Timoteo que sea él quien se presente al estilo de Jesús, para que puedan tener un referente visible como un modelo de limpieza  y cumplimiento cabal de todo lo que le viene pidiendo a la comunidad.

            Ahora le pide que no deje morir el entusiasmo y la alegría por vivir con el don que se le ha confiado.

            El ambiente con el que tiene que enfrentarse, como testigo  del amor de Dios y de Jesucristo, no es cosa que atraiga a nadie, es muy duro. Pablo le pide que no se eche atrás, ni le de vergüenza ser testigo de Jesús, ni de aquellos que están entregando la vida por la misma causa, como él mismo.

            Estas palabras de Pablo a Timoteo tienen una resonancia especial en el tiempo que vivimos, en donde se quiere recluir el mensaje del evangelio y la vida de fe a la sacristía y, en los que se considera un “atentado” el  confesar públicamente la fe
 

Aleluya 1 P 1, 25
La palabra del Señor permanece para siempre; y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos.  

EVANGELIO  


Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 5‑10
¡Si tuvierais fe...! 

En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor:
-“Auméntanos la fe.”
El Señor contestó:
-“Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera:
“Arráncate de raíz y plántate en el mar.”
Y os obedecería.
Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
“En seguida, ven y ponte a la mesa”?
¿No le diréis:
“Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”?
¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado?

Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid:
“Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.”?
Palabra del Señor.
 

REFLEXIÓN 

NO SE NOS DIO OTRA ALTERNATIVA   

El pasaje del evangelio de hoy, cuando nos detenemos a leerlo despacio, nos deja fuera de juego, sobre todo cuando pensamos en nuestra realidad.

Los discípulos reconocen que tienen muy poca fe y le piden a Jesús que se la aumente y Jesús, en realidad reconoce que están en los mínimos, es más, ni a ese nivel llegan, y es un nivel tan pequeñito como un grano de mostaza, que es una semilla tan pequeña como la cabeza de un alfiler; Jesús dice que si tuvieran ese nivel, podrían hacer cosas que parecen imposibles, pero si no se tiene ni ese mínimo, no puede hacerse presente la potencia de Dios que actúa en la persona.

Lógicamente, cuando escuchas esto, no te queda más remedio que mirar a tu alrededor  y pensar: ¿Cómo es posible que tangamos tantos bautizos, tantas bodas, tantas primeras comuniones, confirmaciones en masa, misas a todas las horas del día… sin embargo, todo sigue igual, es más, cada vez está peor y nada cambia, o si lo hace cuesta horrores… ¿qué está pasando aquí? ¡¡Porque esto no marcha!!  ¡Algo está fallando!

Las palabras de Jesús siguen teniendo una actualidad impresionante: “Si tuvierais fe como un granito de mostaza…” otro gallo nos cantaría. Tenemos una creencia, como otra de las tantas que tenemos, pues si tuviéramos verdadera fe, aunque fuera lo mínimo, no es posible que siguieran manteniéndose situaciones y actitudes que se mantienen como válidas y de la misma manera muchas cosas de las que hacemos y potenciamos.

¿Cómo es posible que teniendo un mínimo de fe sigamos manteniendo una iglesia llena de privilegios, de “dignidades”, de “Títulos”, de distancias con la gente, de complicidad con los poderes fácticos que no luchan por la justicia, por la verdad… y comulgamos con ellos?

Cuando vuelves la vista al evangelio y escuchas a Jesús que le responde al que quiere seguirle: “Anda, vende todo lo que tienes, dáselo a los pobres y vente…”  (Lc 18,22) Ante lo que tenemos montado y lo que escuchamos a Jesús, las palabras del Papa Francisco cobran una actualidad impresionante cuando lo oyes decir que “quiere una iglesia pobre al lado de los pobres…” ¿Cómo se podrá hacer eso hoy?

Las palabras de Jesús siguen golpeando fuertemente en una sociedad como la que tenemos y en la que intentamos adaptarnos, pero esas palabras no las podemos ni borrar ni ocultar: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Lc 9,58). “No andéis agobiados pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo pensando con qué os vais a vestir” (Lc 12,22). “Los reyes de las naciones las dominan y los que ejercen el poder se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros nada de eso; al contrario, el más grande entre vosotros que se haga el más pequeño y el que dirige sea el  que sirve” (Lc 22,25-26).

¿Cómo explicar todo esto? ¿Cómo compaginar lo que hacemos con lo que dijo expresamente Jesús, cuando los apóstoles intentaban hacer lo mismo que nosotros estamos haciendo hoy?

Dirán que somos radicales y que hoy no se puede ser así, que hay que dar una de cal y otra de arena… ¡Bueno, eso es lo que nosotros decimos! Pero no es lo que dijo Jesús, ni nos consta que cambiara en algún momento su discurso, ni tenemos noticia de que haya sido cambiado en la historia. El caso es que la FE nos lleva a ser libres, sin poder, sin seguridades, como lo fue Jesús y, solo desde ahí, Él cambió el mundo y el corazón de los hombres. Hasta ahora, no se nos ha dado otro espacio ni otra alternativa.