DOMINGO XX DEL TIEMPO ORDINARIO -A-

Lectura del libro de Isaías 56, 1. 6‑7

A los extranjeros los traeré a mi Monte Santo 

Así dice el Señor:
Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar y se va a revelar mi victoria.
A los extranjeros que se han dado al Señor, para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza: los traeré a mi Monte Santo, los alegraré en mi casa de oración; aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios, porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos.
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN 

LA FIDELIDAD, RESPUESTA SUPREMA  

                  En el cap. 56  de Isaías se da comienzo a la tercera parte del libro de con un oráculo que tiene un eco post exílico, cuando vuelven del destierro de Babilonia (583 a. C.)

                  Isaías invita al pueblo a no perder la confianza y la esperanza y para ello se apoya justamente en una realidad que se ha dado y todo va a depender de la actitud que el pueblo tenga: la salvación llega, pero hay que aceptarla y comprometerse a vivir en coherencia con ella.

                  Todo aquel que acepta la salvación y observa el sábado (“El Sabah” es la ley fundamental que va a impedir que el pueblo vuelva a la esclavitud  y se convierta en esclavizador de alguien) será feliz y, Al mismo tiempo, se convertirá en constructor de justicia que destruirá las posturas excluyentes e injustas y hará que todos se sientan acogidos y aceptados por Dios, hasta los mismo extranjeros.

                  Para Dios no van a contar las normas o las leyes que tienen establecidas, sino la fidelidad que se mantenga a su Alianza. Dios va a aceptar, incluso a los extranjeros, con toda la carga negativa que tienen para Israel y la actitud excluyente hacia ellos; Dios va a romper todas las barreras y a establecer la paz y la fraternidad. Lo único que va a contar es la fidelidad que se tenga a Dios y la obediencia a sus mandatos, el resto de cosas es secundario.

Salmo responsorial Sal 66, 2‑3. 5. 6 y 8 

V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

V/. El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros:
conozca la tierra tus caminos,
 todos los pueblos tu salvación.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

V/. Que canten de alegría las naciones
porque riges la tierra con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

V/. Oh Dios, que te alaben los pueblos.
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 11, 13‑15. 29‑32
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables para Israel

Hermanos:
A vosotros, gentiles, os digo: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si despierto emulación en los de mi raza y salvo a alguno de ellos.
Si su reprobación es reconciliación del mundo, ¿Qué será su reintegración sino un volver de la muerte a la vida?
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios; pero ahora, al desobedecer ellos, habéis obtenido misericordia.
Así también ellos que ahora no obedecen, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia.
Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN 

CAMINOS IMPREVISIBLES   

                  S. Pablo se dirige a los romanos con una carga de tristeza y decepción enormes: la salvación ha venido a su pueblo, pero éste la ha despreciado, por eso invita a que ellos experimenten el regalo de Cristo que los otros han despreciado, a ver si sus hermanos israelitas se dan cuenta de lo que estás despreciando y vuelven a la verdad.

                  Por otro lado, Pablo da gracias a Dios de que hayan ocurrido las cosas así, pues debido al desprecio de los judíos, la salvación se ha dirigido a todos.

                  Ha sido algo así como el hijo al que el padre hace un gran regalo que va a transformar su vida y éste lo desprecia; entonces, el padre coge el regalo y lo reparte entre los extraños.

                  La salvación vino para todos, pero uno tenía que ser el que la transmitiera y la llevara al mundo; el elegido para hacer esto fue Israel, pero éste no solo no la transmitió, sino que ni la aceptó; prefirió cerrar sus puertas y quedarse con su ley y con la muerte.

                  Pablo entiende que, si el desprecio de la salvación por parte de Israel ha supuesto la reconciliación del mundo, el momento en que Israel reconozca a Jesucristo, supondrá el gran acontecimiento que será algo así como el “volver de los muertos a la vida”, cosa que solo Dios podrá hacer. 

EVANGELIO

 

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 15, 21‑28
Mujer, qué grande es tu fe

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
—Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo. 
El no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
—Atiéndela, que viene detrás gritando.
El les contestó:
—Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas:
—Señor, socórreme.
El le contestó:
—No está bien echar a los perros el pan de los hijos.
Pero ella repuso:
—Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió:
—Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor 

REFLEXIÓN 

LO PRIMERO ES LA PERSONA    

Enmarquemos el pasaje en su contexto: Jesús sale al frente de una de las tentaciones que el pueblo sencillo tiene: la del nacionalismo, pues ha llegado a creerse superior a todos los pueblos, pues en él se expresa la verdad ya que Dios es el que lo sostiene; el pueblo es su elegido y el templo el signo visible de este compromiso de Dios que servirá de estímulo para la esperanza.

Esta actitud ha venido siendo atacada por los profetas e Isaías es un buen exponente: el templo, como morada de Dios, ha de estar abierto a todos los creyentes en el Dios de la Justicia, del Amor y de la Verdad, cuya adoración llevará a estar al lado de los más débiles, de los excluidos y de los indefensos.

Esto es lo que Cristo  proclama el momento en que entra en el templo y ve que lo han convertido en un antro de corrupción. La universalidad que había proclamado Isaías como signo del nuevo tiempo, se estaba cortando con la actitud de los jefes del pueblo que impedían el acceso al templo de los no judíos y lo habían convertido en el fortín de los comerciantes, de los banqueros y de los poderosos y hasta de la misma ley que se había blindado e impedía el acceso a ella de los pobres, de los extranjeros, de los enfermos, de los marginados de la sociedad.

El encuentro con la mujer cananea es el momento clave en el que Jesús pone al descubierto la situación de cerrazón  de su pueblo y su disposición de ruptura del orden establecido: la mujer es doblemente marginada: 1º por ser mujer y 2º por ser extranjera…  tiene todas las puertas cerradas. Ella rompe todos los protocolos y normas de educación establecidas: viene gritando detrás, rompiendo las normas  establecidas de educación y se deja llevar de la fuerza de la fe que tiene en Jesús que tampoco  repara en obstáculos.

Los discípulos, descontrolados por la situación, se acercan a Jesús y le piden que se la quite de encima de la mejor manera que pueda, para verse libres del problema que suponía, más que por la misericordia que les inspiraba: Atiéndela, que viene detrás gritando.”

La sorpresa de Jesús es grande cuando se encuentra a una mujer que tiene una fe mucho más fuerte que la de sus mismos discípulos y Jesús tiene muy claro: aunque la misión debe empezar por casa, no puede excluir a nadie y, menos aún, cuando se trata de alguien que tiene una fe como la que se exige a un verdadero creyente, por eso, Jesús rompe  el nacionalismo y las normas sociales establecidas y se dirige a la persona.

El problema que con frecuencia nos encontramos en nuestros días es que, mientras vemos cómo respondió Jesús, como respondió Pablo y lo han venido haciendo tantos hombres y mujeres grandes de la historia de la iglesia, seguimos estancados y anclados en las normas, en la institución, en las costumbres… y muchas veces se permite que la persona se quede en la cuneta