DOM. XXIV EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ

PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de  los Números 21,4b-9 
Miraban a la serpiente de bronce y quedaban curados

En aquellos días, el pueblo estaba extenuado del camino, y habló contra Dios y contra Moisés: "¿Por qué nos has sacado de Egipto para morir en el desierto? No tenemos ni pan ni agua, y nos da náusea ese pan sin cuerpo." El Señor envió contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. Entonces el pueblo acudió a Moisés, diciendo: "Hemos pecado hablando contra el Señor y contra ti; reza al Señor para que aparte de nosotros las serpientes." Moisés rezó al Señor por el pueblo, y el Señor le respondió: "Haz una serpiente venenosa y colócala en un estandarte: los mordidos de serpiente quedarán sanos al mirarla." Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó en un estandarte. Cuando una serpiente mordía a uno, él miraba a la serpiente de bronce y quedaba curado.
Palabra de Dios
 

La siguiente segunda lectura puede escogerse como alternativa a la primera. Si esta festividad cae en domingo, se deben leer las dos.
 

SEGUNDA LECTURA 

Lectura de la carta de S. Pablo a los Filipenses 2,6-11
Se rebajó, por eso Dios lo levantó sobre todo 

Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre"; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios
 

Salmo responsorial: 77 

No olvidéis las acciones del Señor. 

Escucha, pueblo mío, mi enseñanza, /
inclinad el oído a las palabras de mi boca: /
que voy a abrir mi boca a las sentencias, /
para que broten los enigmas del pasado. R.
No olvidéis las acciones del Señor. 

Cuando los hacía morir, lo buscaban, /
y madrugaban para volverse hacia Dios; /
se acordaban de que Dios era su roca, /
el Dios Altísimo su redentor. R.
No olvidéis las acciones del Señor. 

Lo adulaban con sus bocas, /
pero sus lenguas mentían: /
su corazón no era sincero con él, /
ni eran fieles a su alianza. R.
No olvidéis las acciones del Señor. 

Él, en cambio, sentía lástima, /
perdonaba la culpa y no los destruía: /
una y otra vez reprimió su cólera, /
y no despertaba todo su furor. R.
No olvidéis las acciones del Señor.
 

EVANGELIO  

Lectura del santo evangelio según S. Juan 3,13-17
Tiene que ser elevado el Hijo del hombre 

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen el él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él."
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN
 

LA CRUZ  SIGNO DE LIBERTAD RADICAL   

En el catecismo se nos enseñaba que “El signo del cristiano es la santa cruz, porque en ella murió nuestro Señor Jesucristo”. La CRUZ es  nuestra bandera, nuestro sello de identidad.

            Pero sería muy importante que los cristianos hagamos una limpieza de nuestra mente, que equivaldría a algo así como cuando limpiamos un objeto, al que se le ha ido adhiriendo el óxido de los siglos, hasta el punto que ha terminado por aparecer como algo horroroso y tremendo, lo que en su base era oro puro.

            En la 1ª lectura hemos escuchado la narración del momento en el que el pueblo se dedicó a criticar a Moisés y comenzó a entrar el descontento, el desánimo y la apatía  como fruto de la crítica. Aquellas críticas, chismes y calumnias eran como el veneno de una serpiente que destruía  todo y causaba la muerte, expresando de esa manera la realidad a la que había llegado la comunidad.

            Moisés hace un signo con  una culebra de bronce y lo clava en el suelo, poniéndolo en alto para que todos lo vieran;  aquella serpiente representaba la lucha por la libertad que ellos estaban queriendo  desbaratar y, cada vez que lo miraran, se dieran cuenta que cada vez que sostenían actitudes destructoras o estaban dando crédito a los que desanimaban, era  optar y favorecer la esclavitud. Volver a la lucha era recuperar la vida.

            Aquella serpiente portadora de veneno que corrompía, se convierte en el signo de salvación y recuperación de la vida y la alegría.

            Muchos años después, Cristo retoma el signo, pues  la realidad vuelve a repetirse:  su proyecto del reino es la adquisición de la LIBERTAD, pero esto va a suponer dar muerte a muchas actitudes, de la misma forma que Él lo ha hecho en su vida:

 1º) Como todo ser humano, siente dentro de sí la tendencia a lo fácil, a lo inmediato: “Convierte esas piedras en pan…” y deja de complicarte la existencia; satisfaz tus apetitos naturales y no te preocupes de nada más; apuesta por el dinero y por la vida fácil que es lo único que te va a proporcionar goce… son todas las tendencias naturales que tiene toda persona, pero Jesús no claudica ni se deja vencer.

2º) Como todo ser humano, el éxito, la fama, el poder…, son anzuelos demasiado atrayentes, ante los que se rinde todo el mundo. Jesús fue invitado a todas las esferas del éxito, de la fama, del poder y no se vendió ni se doblegó a nada ni a nadie, de forma que su libertad no quedó afectada por nada, ni siquiera por el desprestigio al que se le atacó su mensaje y su persona, llegando a llamarlo loco, blasfemo, charlatán, endemoniado, comilón borracho…  Ni la destrucción de su imagen le hizo retroceder ni amedrentarse.

3º) Dice nuestro refrán: “Cuando hablamos de dinero, hasta los santos se bajan de la peana” A Jesús se le propuso ser dueño de todo: “Todo lo que ves te lo daré si te arrodillas ante mí y me adoras”, pero Él lo tiene muy claro: “no se puede servir a dos señores” y su opción por Dios ya está hecha y nadie le va a hacer que cambie; esto le va a ser duro mantenerlo y su fidelidad le va a costar la misma vida, que tendrá que entregar en la cruz, que era la forma más desastrosa a la que podía llegar una persona y, ni la misma muerte de cruz le condicionó su libertad y subió a ella, no como el que va a rastras, sino como el que asume hasta las últimas consecuencias de lo que ha optado, convirtiendo, de ese modo, el peor de los signos de muerte en el mayor signo de libertad. 

Por eso, cuando un cristiano se santigua con la CRUZ o se la cuelga como un signo, o la tiene presidiendo su espacio vital, su presencia no es sino una proclamación de LIBERTAD como máximo  valor en la vida, como indicativo de un programa de vida, en la que manifestamos  que nada ni nadie nos hace doblar la cabeza ni la rodilla, sino solo Dios.

Pero es triste ver cómo los cristianos nos hemos quedado en el veneno del dolor que nos destruye, en el hundimiento, en el dolor…  y la cruz la hemos asumido como el signo del conformismo ante el dolor y la muerte refiriéndolo al dolor de Jesús, en lugar de referirlo a su actitud de valentía y libertad  con la que fue leal y fiel al Padre y a su proyecto de LIBERTAD.