DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO -B-



Lectura del libro de la Sabiduría 1, 13‑15; 2, 23‑24

La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo

 

Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes.

Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables:

no hay en ellas veneno de muerte, ni el abismo impera en la tierra. Porque la justicia es inmortal.

Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de su propio ser;

pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo,

y los de su partido pasarán por ella.

Palabra de Dios.

 

DESTRUIR LA IMAGEN DE DIOS   

 

              Alguien, en un momento. Se excusaba diciendo que él no tenía la culpa de que el diablo hubiera ganado la batalla y dejara al ser humano indefenso a merced de sus debilidades… “¿Si Dios tenía poder para hacer y deshacer, por qué dejó que el diablo le dañara su obra?”

Y se quedaba tan tranquilo con esta justificación para hacer el disparate en el que estaba metido.

Esta misma justificación podemos aplicarla a cada momento a todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Como quien suelta el bulto y se sacude las manos diciendo que no es culpable de nada. Esto sería una explicación muy simplista de los hechos cuando no tiene consistencia alguna.

Efectivamente, el hombre fue hecho a imagen de Dios y lo adornó de la libertad, de la inteligencia, de una voluntad y una gran capacidad para decidir en su vida y sobre su persona… por eso el hombre es capaz de amar, de odiar, de ser justo o injusto, de decir la verdad o la mentira etc.

Vivir es optar por caminar a semejanza de Dios, que fue su proyecto original para el hombre y para lo que Dios lo capacitó, pero en su libertad, el hombre de todos los tiempos pudo optar por enfrentarse a Dios y lo hizo, y lo sigue haciendo, prefiriendo la muerte a la vida, la mentira y la corrupción a la verdad y la alegría; la injusticia y el atropello a la justicia, el respeto a la dignidad de la persona y la fraternidad.

Dios no crea el caos, la muerte y el desorden, sino todo lo contrario, porque quiere que el hombre sea feliz, pero el hombre piensa distinto y sus planes no son los de Dios; es más, quiere suplantar a Dios y el resultado es la desgracia, la angustia, el desorden, la infelicidad… Si quitamos la vida, el resultado es la muerte; si quitamos el amor… el resultado es el odio; si quitamos la verdad… el resultado es la mentira; si quitamos la justicia… el resultado es la injusticia y el atropello… Si quitamos a Dios… el resultado es la destrucción del hombre y su reducción a un simple animal peligroso

 

 

Salmo responsorial Sal 29, 2 y 4. 5‑6.11 y 12a y 13b

 

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado

y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, sacaste mi vida del abismo,

me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

Tañed para el Señor, fieles suyos,

dad gracias a su nombre santo;

su cólera dura un instante;

su bondad, de por vida;

al atardecer nos visita el llanto;

por la mañana, el júbilo. R/.

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

Escucha, Señor, y ten piedad de mí;

Señor, socórreme.

Cambiaste mi luto en danzas.

Señor, Dios mío,

te daré gracias por siempre. R/.

R/.  Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.

 

  

SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo los Corintios 8, 7. 9. 13‑15

Vuestra abundancia remedia la falta que tienen los hermanos pobres

 

            Hermanos:

            Ya que sobresalís en todo: en la fe, en la palabra, en el conocimiento, en el empeño y en el cariño que nos tenéis, distinguíos también ahora por vuestra generosidad.

            Porque ya sabéis lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.

            Pues no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad.

            Es lo que dice la Escritura: “Al que recogía mucho no le sobraba; y al que recogía poco no le faltaba.”

Palabra de Dios.

 

 

LLAMADA A IGUALAR   

 

            S. Pablo se dirige a los corintios en quienes reconoce  una gran cantidad de cosas interesantes, un nivel cultural y de progreso extraordinario… pero al mismo tiempo se están dando una serie de contrastes que no tienen explicación pues frente a tanto progreso la injusticia, la desigualdad no encuentran coherencia y ellos no pueden quedarse impasibles, como si fuera algo que no les compitiera, entonces les reta a que afronten y resuelvan esa contradicción que se está dando y eso solo se resuelva con la generosidad y con la solidaridad y para ello invita a mirar a Jesucristo: “siendo rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”  e invitó a hacer un mundo más equilibrado donde no haya unos que nadan en la abundancia y otros mueren en la miseria, invitando a que la abundancia de unos ayude a remediar la carencia de otros.

            Pablo deja además, bien claro que no se trata de vestir un santo desvistiendo otro: “no se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces”, sino de igualar, de no permitir que nadie viva faltándole lo indispensable para vivir con dignidad y de acuerdo a sus condiciones mientras otros les sobra y no saben qué hacer con lo que tienen.

            La sociedad griega del momento, como la nuestra de la actualidad, mantenía unos desequilibrios impresionantes, porque había decidido quitar del horizonte a la persona y poner la riqueza, el lujo y el bienestar, lógicamente, cuando esto ocurre, la persona queda como instrumento al servicio de la riqueza y no la riqueza al servicio de la dignidad de la persona.

            La recomendación de S. Pablo tiene una resonancia especial en nuestros días y en nuestro ambiente en donde unos, a costillas del encarecimiento de muchos se están engordando hasta no poder más mientras otros no saben qué hacer para poder subsistir. Y lo mismo que en aquel momento Pablo llama la atención a los corintios diciéndoles que no pueden permanecer ajenos a la realidad, hoy vale la amonestación a la iglesia que no puede replegarse y esconderse en la sacristía como están queriendo que haga desde hace ya mucho tiempo.

 

 

 

Aleluya -  2Tm 1, 10

Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte

y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.

 

EVANGELIO



 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 5, 21‑43
Contigo hablo, niña, levántate


            En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:

-“Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva.”

Jesús se fue con él, acompañado de mucha gente que lo apretujaba.

            Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Muchos médicos la habían sometido a toda clase de tratamientos, y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando que con sólo tocarle el vestido curaría.

            Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias, y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió en seguida, en medio de la gente, preguntando:

-“¿Quién me ha tocado el manto?”

            Los discípulos le contestaron:

-“Ves como te apretuja la gente y preguntas: “¿Quién me ha tocado?”

            Él seguía mirando alrededor, para ver quién había sido. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado, se le echó a los pies y le confesó todo. Él le dijo:

-“Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud.”

            Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:

-“Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?”

Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:

-“No temas; basta que tengas fe.”

No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos. Entró y les dijo:

-“¿Qué estrépito y qué lloros son éstos? La niña no está muerta está dormida.”

Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:

-“Talitha qumi” (que significa: Contigo hablo, niña, levántate).

La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones.

Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor.

 

 

SOLTAR AMARRAS Y FIARSE DE JESÚS  

 

Jairo es el jefe de la sinagoga; el hecho de que se acercara a Jesús ya era un signo de su alejamiento de la sinagoga y a todo lo que pertenece a ese mundo y se ha abierto a otra dimensión. No es normal que siendo el jefe de la sinagoga se acerque a Jesús creyendo que puede darle la vida a su hija, cuando el dios que él predica no le hace caso.

            Estando con Jesús vienen a decirle que deje de molestar al maestro, pues su hija ya ha muerto, pero Jairo se queda al lado de Jesús y acepta que venga a su casa y escucha la palabra de Jesús: “No temas; basta que tengas fe.”

            Desde este momento Jairo ha comenzado su acercamiento a Jesús, en el mismo momento que ha comenzado a desprenderse de la sinagoga y acepta que la muerte no es el final y la destrucción, sino un sueño, era así como encajaban los primeros cristianos la muerte, pues sabían que se despertarían de ese sueño (resetearían) y es ese el nombre que le dan al “cementerio (=dormitorio)

            En cambio, la gente que lo rodeaba, se comenzaron a burlar el momento que dijo Jesús que la niña dormía, pues ellos creían que había llegado su final irreversible y por eso los echa fuera, pues es imposible establecer un diálogo con quien está cerrado en sus esquemas.

            Es curioso ver que los tres discípulos que acompañan a Jesús: Pedro, Santiago y Juan, son los mismos que están presentes en el momento de la transfiguración y en el huerto en donde Jesús habla con Elías y Moisés de su muerte y en el huerto Jesús habla al Padre de su muerte y en ambos sitios, los discípulos se duermen, pues de la misma manera que el resto de judíos no acaban de encajar que la muerte lleve a la resurrección, por eso detalla en el texto: “se quedaron viendo visiones”, pues Jesús quería que se dieran cuenta que Dios no es un Dios de muertos, sino de vida. Y les dice que no digan nada porque ve que todavía no acaban de entender y van a transmitir un mensaje errado.

            Al detenernos en el personaje de Jairo no podemos evitar la tentación de pensar en tantos dirigentes de la iglesia apegados a tantas cosas que les impiden ver la presencia de Cristo y del Espíritu que les grita invitándoles a dejar posiciones y estructuras caducas y sin sentido y acercarse a Jesús que vuelve a repetir: no tengas miedo ““No temas; basta que tengas fe.”