DOMINGO XXVIII DEL T.O. -A-


PRIMERA LECTURA

Lectura del libro de Isaías. Is 25, 6-10a

Preparará el Señor un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros

PREPARARÁ el Señor del universo para todos los pueblos,
en este monte, un festín de manjares suculentos,
un festín de vinos de solera;
manjares exquisitos, vinos refinados.
Y arrancará en este monte
el velo que cubre a todos los pueblos,
el lienzo extendido sobre todas las naciones.
Aniquilará la muerte para siempre.
Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros,
y alejará del país el oprobio de su pueblo
—lo ha dicho el Señor—.
Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios.
Esperábamos en él y nos ha salvado.
Este es el Señor en quien esperamos.
Celebremos y gocemos con su salvación,
porque reposará sobre este monte la mano del Señor».
Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

UN RASGO DE ESPERANZA      

 

            El profeta Isaías anuncia el final de todo lo que está viviendo el pueblo, pues Dios va a poner su mano y la situación de miseria, de opresión y de hambre se va a terminar, como fruto del establecimiento de la justicia, del amor y de la paz, satisfaciendo, de esta manera, todas las necesidades de todos los pueblos de la tierra, aunque no pertenezcan al pueblo de Israel, pues la salvación va a ser el gran regalo para la humanidad que está llamada a vivir en paz y con felicidad. El Señor destruirá la muerte para siempre, secará las lágrimas de todos los rostros y borrará de la tierra el oprobio de su pueblo…”

            Esta visión profética de Isaías llena de luz y de esperanza toda la historia hasta nuestros mismos días, pero cuando dirigimos la mirada a la realidad de la vida, esa que vivimos a diario, se oscurece el horizonte al contemplar lo que viene dándose cada día, sobre todo, cuando sabemos que la profecía se cumplió ya con la venida de Cristo que estableció su reino, abrió el camino y dejó la fuerza de su Espíritu para que lo vayamos  implantando hasta la plenitud que se dará; en cambio, estamos viendo que cada vez vamos complicando más las cosas y, en cada época de la historia aparecen nuevas complicaciones que van haciendo que el horizonte se oscurezca cada vez más, hasta el punto que cada vez se hace más difícil y complicado el que se pueda ver la luz del amor y de la paz, pues da la sensación de que el hombre no quiere ser feliz, prefiere siempre la muerte a la vida.

  

Salmo responsorial

Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6. (R/.: 6cd)

R/.   Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

 

        V/.   El Señor es mi pastor, nada me falta:
                en verdes praderas me hace recostar;
                me conduce hacia fuentes tranquilas
                y repara mis fuerzas.   
R/.

R/.   Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

 

        V/.   Me guía por el sendero justo,
                por el honor de su nombre.
                Aunque camine por cañadas oscuras,
                nada temo, porque tú vas conmigo:
                tu vara y tu cayado me sosiegan.   
R/.

R/.   Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

 

        V/.   Preparas una mesa ante mi,
                enfrente de mis enemigos;
                me unges la cabeza con perfume,
                y mi copa rebosa.   
R/.

R/.   Habitaré en la casa del Señor por años sin término.


        V/.   Tu bondad y tu misericordia me acompañan
                todos los días de mi vida,
                y habitaré en la casa del Señor
                por años sin término.   
R/.
R/.   Habitaré en la casa del Señor por años sin término.

 

SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses. Fil 4, 12-14. 19-20

Todo lo puedo en aquel que me conforta

HERMANOS:
Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy avezado en todo y para todo: a la hartura y al hambre, a la abundancia y a la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mis tribulaciones.
En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús.
A Dios, nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

LA TENTACIÓN DE ASENTARSE Y ACOMODARSE     

           

            S. Pablo escribe a la comunidad de los filipenses indicándoles que es Dios quien nos prepara para ser constructores del reino, haciendo que no nos amarremos a nada ni a ninguna situación que nos incapacite para dar la respuesta que se necesita en todo momento: ni en la abundancia ni en la escasez, ni en la hartura o en el hambre. Jamás una situación puede imponerse como obstáculo para optar por el reino.

            Pablo agradece el gesto que ha tenido la comunidad solidarizándose con él, justamente en un momento de tribulación como el que está viviendo y, haciéndoles ver que Dios no es indiferente a sus gestos, ni se deja ganar en generosidad, por lo que ha de responder en el momento que lo necesiten.

            La llamada que Pablo hace a la comunidad es interesantísimo tenerla hoy en cuenta, ya que en los momentos que estamos viviendo, con gran facilidad establecemos como consolidadas e inamovibles situaciones que nos inmovilizan para siempre y estamos viendo con tristeza cómo la iglesia se queda sin respuesta ante la realidad nueva que aparece y, más bien, vuelve la vista atrás y se afianza en posturas que hoy no son respuesta para nada ni para nadie

 

 

Aleluya

Cf. Ef 1, 17-18

R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   El Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón,
        para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama.   
R/.

EVANGELIO (forma larga)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo. Mt 22, 1-14

A todos los que encontréis, llamadlos a la boda

EN aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron.
El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo:
“Amigo, ¿Cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”. El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores:
“Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes”.
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos».
Palabra del Señor.

EVANGELIO (forma breve)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo. Mt 22, 1-10

A todos los que encontréis, llamadlos a la boda

EN aquel tiempo, volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo; mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados:
“Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses
cebadas y todo está a punto. Venid a la boda”.
Pero ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a
sus negocios, los demás agarraron a los criados y los maltrataron y los mataron. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”.
Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales».
Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

LOS INVITADOS AL BANQUETE     

 

            Para Jesús, la celebración del banquete del reino era algo hermoso, grande, festivo: era celebrar la vida, la esperanza, la alegría la solidaridad…

            El reino es el establecimiento del amor, de la verdad, de la justicia, de la paz, de la libertad… y todos los implicados en esta obra, viven ya aquí la gran alegría de lo que será la plenitud definitiva; todo está llamado a vivir en plenitud y para siempre. No vale, por tanto, perder el tiempo en otra cosa, éste es objetivo absoluto del hombre y de la historia, todo camina hacia ahí.

            La fiesta, lógicamente, la celebran aquellos que tienen motivos para festejar, los que están implicados pero, lógicamente, no es algo que pueda ser manipulado por aquellos que no siguen el camino de Jesús, ni les interesa lo que Él nos trae.

  En el plan de Dios, el pueblo de Israel ha sido elegido para que sea signo de la presencia salvadora de Dios en el mundo y está llamado a ser él quien encarne todo el plan de salvación que Dios tiene para el mundo; otra cosa será que el pueblo asuma la misión que tiene y la lleve a término.

Este pueblo tiene una invitación especial, es la gran deferencia que Dios ha tenido con él, pero el pueblo desconoce a su Señor y desprecia la invitación especial que le ha hecho, respondiéndole incluso con violencia.

Frente a este acto repugnante, Dios no rectifica su plan, sino que más bien, retira al pueblo de lo que había asignado para él, ya que lo ha despreciado, y se abre a toda la gente, sin distinción de razas, lenguas ni costumbres, superando todas las limitaciones y restricciones que había, abriendo la fiesta y el banquete para todos. El rechazo de uno da lugar a la apertura universal.

La escena cambia bruscamente: se han abierto las puertas a todos, pero sin embargo, se necesitan unas condiciones especiales: aunque la entrada es libre hay una condición obligatoria: “El traje de fiesta”: la FE, es decir: el compromiso que lleva consigo la aceptación de la invitación; el haber entrado no da el derecho a participar de lo que no se ha asumido: es curioso detenerse para analizar el texto: dice expresamente: reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca.” La mudez del “infiltrado” es patente: no tiene respuesta ni razones, es un impostor, un peligro, debe salirse de la comunidad.

La imagen del expulsado es la del pueblo de Israel que no ha aceptado a Jesucristo pero sigue creyéndose con todos los derechos; esta es la actitud de todos aquellos cristianos y comunidades que no siguen el camino trazado por Jesús, ni les interesa, sino que con la cobertura de la religión hacen sus propios planes e intentan acomodar la iglesia a sus intereses. Esto tiene una actualidad enorme en los tiempos que vivimos convirtiéndose en el escándalo más grande que damos al mundo.