DOMINGO XXX DEL T.O. -A-


PRIMERA LECTURA

 

Lectura del libro del Éxodo. Éx 22, 20-26

Si explotáis a viudas y a huérfanos, se encenderá mi ira contra vosotros

ESTO dice el Señor:
«No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto.
No explotarás a viudas ni a huérfanos. Si los explotas y gritan a mí, yo escucharé su clamor, se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.
Si prestas dinero a alguien de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero cargándole intereses.
Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo».
Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

LA ÚNICA RESPUESTA POSIBLE      

            El texto está cargado de un espíritu misericordioso formidable, haciéndole tomar conciencia al pueblo de que ha sido un pueblo pequeño, débil, sin fuerza, sin tener protector; frente a esa realidad, Dios lo ha cuidado, lo ha protegido y lo ha defendido frente a las grandes potencias, por eso pide que ellos hagan lo mismo con los pobres, con los desprotegidos, con los indigentes, con los solitarios que no tienen familia, ni país, ni padre, ni marido…

            Dios es el defensor de todos estos y se pone de su lado porque no tienen a nadie que dé la cara por ellos. Por eso pide que en el orden de prioridades, ellos sean los primeros.

            Cuando leemos despacio este texto y le aplicamos el título “Palabra de Dios”, queda como principio y referente inapelable, no solo para el antiguo pueblo de Israel, sino para el nuevo, la iglesia: la misericordia de Dios es el sello que ha de identificar todas las relaciones entre los hombres, quedando desechados todos los criterios egoístas, intereses mercantilistas y quedando el amor y la solidaridad como única norma y referente. Y todo esto, no por razones de filantropía o cualquier otra cosa, sino porque Dios es así y porque primero Él lo ha hecho antes con nosotros. Pero ¿Cómo es posible que algo que es tan claro y evidente en toda la escritura y en Jesús haya quedado tan difuminado?

 

Salmo responsorial

Sal 17, 2-3a. 3bc-4. 47 y 51ab (R/.: 2)

R/.   Yo te amo, Señor; tú eres mí fortaleza.

 

        V/.   Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza;
                Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.   
R/.

R/.   Yo te amo, Señor; tú eres mí fortaleza.

 

        V/.   Dios mío, peña mía, refugio mío,
                escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte.
                Invoco al Señor de mi alabanza
                y quedo libre de mis enemigos.   
R/.

R/.   Yo te amo, Señor; tú eres mí fortaleza.

 

        V/.   Viva el Señor, bendita sea mi Roca,
                sea ensalzado mi Dios y Salvador.
                Tú diste gran victoria a tu rey,
                tuviste misericordia de tu ungido.   
R/.

R/.   Yo te amo, Señor; tú eres mí fortaleza.

 
SEGUNDA LECTURA

 

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses. 1 Tes 1, 5c-10

Os convertisteis, abandonando los ídolos, para servir a Dios y vivir aguardando la vuelta de su Hijo

HERMANOS:
Sabéis cómo nos comportamos entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la Palabra en medio de una gran tribulación, con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya.
No solo ha resonado la palabra del Señor en Macedonia y en Acaya desde vuestra comunidad, sino que además vuestra fe en Dios se ha difundido por doquier, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la visita que os hicimos: cómo os convertisteis a Dios, abandonando los ídolos, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

Palabra de Dios.

 

REFLEXIÓN

 

LA COMUNIDAD HACE AL PASTOR Y VICEVERSA   

            La comunidad de Tesalónicas está recién formada y se le nota la alegría, el entusiasmo y el fervor del que inicia un proyecto. S. Pablo se siente feliz de ver la vitalidad que tiene la comunidad y que está traspasando las fronteras y ha llegado a saberse de su fervor en Macedonia y en Acaya y todos hablan de la fe del grupo, por lo que Pablo no tiene nada que objetar, sino felicitarlos sinceramente, pues se siente apoyado y acompañado en la misma empresa en la que se han embarcado. Esta actitud es la mayor razón de alegría y de entusiasmo para proclamar el evangelio.

            El hecho de encontrarse con una comunidad así, es una bendición y se convierte en fuente de alegría y de fuerza; es por lo que los tesalonicenses se han convertido en modelo y referente para toda la iglesia de Grecia.

            La imagen de esta comunidad se convierte también en un referente para las comunidades actuales: hoy vivimos estancados, mirando siempre al pasado, incapacitados para dar un paso adelante, sin imaginación y anquilosados en ritos y formas que no entiende nadie ni entusiasman a nadie, porque la vida está ausente de esos ritos.

            Una comunidad acomodada y estancada, sin ánimo ni ganas de renovarse, hace, incluso, que su pastor se venga abajo, pues no podemos olvidar que, de alguna manera, la comunidad hace al pastor de la misma manera que el pastor ayuda al crecimiento de la comunidad. Lo vemos clarísimo en la actitud de S. Pablo de cara a la comunidad.

 

Aleluya

Jn 14, 23

R/.   Aleluya, aleluya, aleluya.

V/.   El que me ama guardará mi palabra —dice el Señor—,
        y mi Padre lo amará, y vendremos a él.   
R/.

 

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Mateo.  Mt 22, 34-40

Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo

EN aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a
prueba:
«Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la ley?». Él le dijo:
«“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN

 

NO PERDER EL ESPÍRITU   

 

            El pasaje que nos presenta la liturgia recoge un momento en el que los dirigentes y especialistas de la ley, de las normas religiosas, discuten sobre la importancia y gravedad de ciertas normas, ritos y gestos de la práctica religiosa y, cuando un sector ve cómo Jesús ha dejado en ridículo al contrincante, se dirigen a Él para dejarlo en evidencia cogiéndolo en un fallo y de esa manera levantarse contra los que han sido callados por parte de Jesús y enarbolando la bandera de la verdad, del poder y de la soberanía sobre todos.

            Entonces le lanzan la pregunta a Jesús para que les diga qué es lo esencial de la ley y de la discusión que traen entre manos (no olvidemos que ellos son los especialistas en la materia)

            Jesús les da el golpe certero que los deja fuera de juego: mientras unos centran toda la atención en el amor a Dios, los otros la centran en el amor al prójimo; unos leen Levítico y los otros leen Deuteronomio, según sus conveniencias.

            Jesús concluye la discusión de una forma sorprendente que los deja sin contrarréplica: “Amarás al Señor con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser… (Dt. 6,4) pero la prueba de autenticidad de esta ley está en “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19,18). Y es que no se puede imaginar un amor auténtico si es que no tiene estas dos caras.

            Es el gran problema en el que caen todas las religiones y todos los grupos: se pierden en leyes, en detalles, en papeles legales… quedando al final un tinglado impresionante que atosiga, mientras el espíritu fundamental sobre el que se debe levantar todo, queda completamente fuera del tinglado y olvidado por todos.

            Se trata, pues, de hacer una opción clara y valiente por lo fundamental o por lo accidental. A este respecto puede venir como anillo al dedo el ejemplo de Sta. Teresa de Calcuta: ella renunció muchas veces en su vida a establecer alguna de sus casas cuando para ello tenía que emplear a una hermana para que se encargase de los papeles y del mantenimiento en lugar de dedicarse a los pobres.