DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO -A-


De andar por casa
         Todos estamos a la expectativa, nadie estamos de acuerdo con lo que está pasando, todos pensamos que no es posible que se den los disparates que se vienen planteando… pero vamos dejando alegremente que pase todo, sin darnos cuenta que a la hora de la verdad. se nos va imponiendo lo que veníamos diciendo que es un disparate imposible, pero no solo se hace posible, sino real, ¡Y no hay vuelta atrás!


Lectura del santo Evangelio según san Mateo. Mt 4, 12-17
Se estableció en Cafarnaún, para que se cumpliera lo dicho por Isaías

AL enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaúm, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta Isaías:
    «Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
    camino del mar, al otro lado del Jordán,
    Galilea de los gentiles.
    El pueblo que habitaba en tinieblas
    vio una luz grande;
    a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
    una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
    «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

                Cuando Jesús se enteró que habían arrestado a Juan rompió el silencio de Nazaret y salió a coger el testigo que había dejado Juan. Y es que todas las cosas tienen un límite que roza en el colmo, cuando ya el vaso está lleno y eso es cuando se traspasa los humanamente razonable o lo divinamente aceptable, como es el sentido común o la dignidad de la persona.
            Con tristeza y con asombro estamos asistiendo a ambos atropellos:
            1º- “No tendrás otro dios fuera de mi” y vemos cómo tranquilamente se proclaman dueños absolutos hasta de la vida humana, que disponen incluso, a qué edad se puede matar siendo legal, o en qué momento se es persona o en qué otro no se es.
            Y 2º-La persona no es tal, sino un conjunto de factores que pueden ser cambiados a gusto del que tiene el poder de turno y la ley le ampara para que disponga.
            Esto no es tolerable y Jesús se levanta e invita al cambio que Juan venía proponiendo. Lo que no es aceptable es la complicidad del silencio y la sumisión.