DOMINGO DE PENTECOSTÉS -B-

 De andar por casa

         ¿Te has dado cuenta que vivimos bajo un régimen de terror? Vivimos con el miedo metido en los huesos: Tenemos miedo de salir a la calle, de acercarnos a las personas que queremos, de salir sin mascarilla, de tener dinero, de no tener, de dejar tu casa cerrada, de hablar, de llamarle la atención al que ves que está haciendo algo mal… El peor daño que se puede hacer al hombre es quitarle la libertad.

 EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Juan. Jn 20, 19-23

Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo

 AL anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

    «Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
    «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
    «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra del Señor.

 

         Vivimos una situación en la que no se puede hacer el bien, porque todo está legislado y la ley es el máximo referente que te indica lo que está bien y lo que está mal; todo está prohibido, menos el libertinaje moral; nos han inoculado el miedo hasta el punto que la gente está horrorizada… nos han cerrado las puertas y las ventanas de la mente, necesitamos como nunca que venga el Espíritu santo y sea como el fuego que lo purifica todo, como el terremoto que lo desestabiliza todo y como la luz que ilumina la mentira y destruye el discurso político que hace imposible entenderse.

            Pero lo malo de todo esto es que la gente empieza a sentirse a gusto en esa cesión de la libertad, con lo que se hace más difícil la apertura al Espíritu Santo.

            Necesitamos que se rompan las cadenas sicológicas que nos amordazan para que la PAZ destruya el orden que establece el miedo.

            Necesitamos que se destruya el miedo para que se establezca la libertad y podamos convertirnos en transmisores de PAZ

            ¡Ven, Espíritu Santo, Ven!

            Rompe los planes del malvado

            y destruye con la fuerza del fuego y del terremoto

            las estructuras de injusticia y de muerte que nos aprisionan.