DOMINGO XXV DEL TIEMPO ORDINARIO -B-

 De andar por casa

         Todos nosotros necesitamos momentos de tranquilidad, de sosiego, para aclarar las cosas, para deshacer entuertos, para hablar con tranquilidad…  El problema se da cuando la otra persona no le interesa el tema, va por otros caminos y entonces, es imposible llegar a algo concreto.

 EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 9, 30-37

El Hijo del hombre va a ser entregado. Quien quiera ser el primero, que sea el servidor de todos

EN aquel tiempo, Jesús y sus discípulos atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía:
   «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres y lo matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará».
Pero no entendían lo que decía, y les daba miedo preguntarle. Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, les preguntó:
   «¿De qué discutíais por el camino?».
Ellos callaban, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo:
   «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y tomando un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:
   «El que acoge a un niño como este en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».
Palabra del Señor.

 REFLEXIÓN

             Nos cuenta el evangelio que Jesús buscó un espacio tranquilo para hablar con los apóstoles y se fueron por el camino de la montaña para que nadie los molestara.

            Fue hablándoles con toda claridad de lo que les esperaba, de las dificultades que iban a tener, etc. Pero la conversación se convirtió en un monólogo, ya que los apóstoles iban preocupados en otra cosa y no les interesaba lo que a Jesús le preocupaba.

            La escena se repite cada vez que cortamos la conexión con el otro; lo oímos, pero su mensaje nos resbala, no entra por nuestros oídos, nosotros ya estamos instalados en nuestros argumentos, nuestros prejuicios y lo que el otro diga nos trae sin cuidado.

            Dice el evangelio que cuando llegaron a la casa, Jesús les preguntó de qué habían venido hablando por el camino mientras Él les explicaba y nadie quiso contestarle, pues habían estado repartiéndose los puestos…

            ¿Cuántas veces nos ocurre esto en nuestra vida con el diálogo con los otros?