DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO -B-

 De andar por casa:

         Estoy seguro que conoces o has tenido experiencia de alguien que se empecinó en el error y no hubo forma de hacerle convencerse de que por ese camino no llegaba a ningún sitio hasta que se perdió. Hoy lo ves en la cuneta de la vida completamente perdido.

 EVANGELIO 

Lectura del santo Evangelio según san Marcos. Mc 10, 2-12

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre

EN aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
   «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
   «¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
   «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
   «Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
   «Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Palabra del Señor.

 REFLEXIÓN

             “Por vuestra terquedad, dejó escrito Moisés este precepto” pero no porque estuviera bien, ni porque esa fuera la mejor solución para ninguno de los dos, porque Dios no pensó en eso cuando lo hizo y lo único que pensaba en que fueran felices, para lo que les daba el paraíso y toda la creación. Todo lo pensó para este fin, fue el hombre el que cambió la finalidad y, cuando hacemos eso, se rompe todo el proyecto.

            Dios los pensó y los hizo el uno para el otro, en absoluta igualdad, para que fueran felices y fueran la expresión más hermosa de la grandeza de Dios y del amor que Él tiene a la creación, el hombre, en cambio pensó las cosas a su manera: se cierra al diálogo, piensa solo en sí, utiliza al otro/a para sus intereses, no tiene en cuenta los sentimientos ni las aspiraciones del otro/a y cada uno se erige como poseedor exclusivo de la verdad, porque no hay otra verdad que la suya particular, despreciando al otro/a.

            Lógicamente, eso no puede llegar a ningún buen fin, únicamente al odio, a la envidia, a la destrucción y a la muerte.

            Y hemos llegado en nuestra terquedad a pensar que la persona es una cosa con la que se puede experimentar desechándola cuando el experimento no sale a mi gusto y no queremos admitir que una persona quemada es una vida destruida, por eso, de antemano despreciamos y destruimos el valor de la vida.