XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CILCO A

 

Dejadlos crecer juntos hasta la siega.
Del evangelio según san Mateo.
En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:
«El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
“Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.
Él les dijo:
“Un enemigo lo ha hecho”.
Los criados le preguntan:
“¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.
Pero él les respondió:
“No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”». Palabra del Señor.
    Nuevamente Jesús se presenta en este domingo, hablándonos en parábolas. En este caso la parábola de la semilla y la cizaña. Todos sabemos muy bien, qué es la buena semilla y qué es la cizaña. Una, la que está destinada a crecer, madurar y dar fruto; la otra, también crecerá, madurará pero su fruto no valdrá para nada, sino que será arrancada y tirada al fuego.
    Así es la vida de fe, esa semilla sembrada por el sembrador en días anteriores como escuchábamos en la Palabra de Dios, es la semilla buena que tiene que dar fruto, aquí nos surge una pregunta ¿qué tipo de semilla soy trigo o cizaña?.
     Hoy más que nunca se nos pide que seamos buena semilla delante de Dios y de los hermanos, para que nuestro fruto manifieste el amor del Padre al mundo.
     En este evangelio hay algo que nos puede hacer pensar, ¿qué hacer con la cizaña? nosotros con nuestra impaciencia lo tendríamos claro: arrancarla desde el principio para que no moleste, pero el pensar de Dios es totalmente distinto al nuestro, "dejadla porque si no arrancarías la semilla también", por lo tanto, descubrimos que la forma de pensar de Dios es paciente, y no solo eso sino que es misericordia pura. 
    Esta acción de Dios  posibilita que la cizaña se convierta en semilla, lo que para el hombre es imposible no lo es para Dios. Si nos miramos a nosotros mismos, ¿qué diríamos que somos buena semilla o cizaña? a lo largo de nuestra vida se manifiestan las dos.
    Que el Dios de la vida nos haga semilla buena para dar fruto en abundancia, y sobre todo cuando seamos cizaña, que este mismo amor del Dios de la vida nos convierta con su Espíritu en trigo que cayó en tierra buena para dar fruto, pues para Dios nada hay imposible. Así lo podemos ver en la figura de Santa María Magdalena que por amar mucho se le perdonó mucho y fue gracias a su conversión,  la primera discípula en anunciar la Resurrección de Cristo en medio de nuestro mundo.