DOMINGO -XXX- T.O. -A-

Lectura del libro del Éxodo 22,20‑26

Si explotáis a viudas y huérfanos, se encenderá mi ira contra vosotros

Así dice el Señor: "No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo."
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN
 

LA USURA 

El domingo pasado nos presentaba la liturgia el momento en que a Jesús le plantaban la trampa para que cayese: si decía que estaba de acuerdo con el impuesto al “cesar” podía ser considerado como un traidor a la patria; si se declaraba opuesto al impuesto, podían acusarlo de agitador político… Pero en la mente de todos estaba la imagen del sistema del “cesar” que era contrario por completo a lo que Yahvé había querido para su pueblo y sabían perfectamente que lo que estaban intentando encajar era contradictorio a lo que ellos confesaban en la Torá.

También para nosotros que confesamos que el reino de Dios es nuestro horizonte, cuando leemos esto y pensamos  en trasladarlo a nuestra mentalidad y al sistema que tenemos planteado,  nos quedamos de piedra, pues vemos que no hay una sola cosa que pueda estar en conexión con lo que supone  meter a Dios en la trama de nuestra vida.

Para un judío como Jesús, no le entra en la cabeza que pueda haber un sistema que fundamente su existencia en la usura, eso es una auténtica vergüenza.

Pero aún peor se podría entender que sean los grandes usureros los que gobiernen la tierra y son los que establecen las distintas políticas en los países, organizando sus planes para llevarlos a la bancarrota de la que ellos salen siempre ganadores y dejan a grandes zonas de la tierra en la hambruna o a merced de enfermedades que ellos mismos crean; esto es incomprensible, por eso, la usura, la avaricia son considerados como crímenes.

La peor de las amenazas contra los pobres es la avaricia y la usura que son las que le obligan a empeñar todo lo que tiene para poder vivir y hasta someterse a la esclavitud, si es que no quiere morir; esta es la peor de las idolatrías.

La usura se da el momento en que entendemos que tenemos derecho a todo y nos importa un bledo el derecho de los demás y nos ponemos como objetivo la acumulación de los bienes existentes, con lo que la relación con los demás se convierte en la ambición y el arte de hacerse con todo lo que hay. De esta manera se destruye toda relación de amistad, de fraternidad y de solidaridad entre los seres humanos.

Lo triste y lamentable en la actualidad es que esta manera de hacer y relacionarse entre las naciones, es la que ha adquirido el grado de “normal” con lo que el robo, el engaño, el atropello, la violencia… se han establecido como la cosa más natural, de forma que al hombre, para poder vivir,  no le queda más remedio que venderse, pues su trabajo, que es la expresión más  original que tiene de su valía, queda en manos de la ley de la oferta y la demanda dirigida por los que tienen en sus manos todo el poder para cambiar las cosas de signo y, así, en cada momento va cogiendo un aspecto distinto, pero  al final es la misma cosa: “deuda externa”, “hipotecas” “prestamos…” ESCLAVITUD

Cuando hablamos de esclavos por este sistema siempre tenemos en la mente un hombre atado con cadenas al servicio de un señor, hoy  se ata con otras cadenas, pero está de la misma manera al servicio de otro señor que, por desgracia no se conoce ni su nombre y contra el que ni siquiera podemos protestar,  pues a su vez también tiene otros esclavos para que nos vigilen.
 

Salmo responsorial: 17  

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.  

Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; /
Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.  

Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, /
mi fuerza salvadora, mi baluarte. /
Invoco al Señor de mi alabanza /
y quedo libre de mis enemigos.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.  

Viva el Señor, bendita sea mi Roca, /
sea ensalzado mi Dios y Salvador. /
Tú diste gran victoria a tu rey, /
tuviste misericordia de tu Ungido.
Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

  

Lectura de la 1ª carta del apóstol S. Pablo a los Tesalonicenses 1,5c‑10
Abandonasteis los ídolos para servir a Dios y vivir aguardando la vuelta de su Hijo


Hermanos: Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que os libra del castigo futuro.
Palabra de Dios
 

REFLEXIÓN
 

MIMETIZADOS    

S. Pablo se alegra al ver cómo los tesalonicenses han sido capaces de dar un cambio radical de sus vidas  y dejar de estar  encastillados en esquemas de esclavitud y pasar a la libertad de los hijos de Dios, algo así como dejar los ídolos  y pasar al culto del verdadero Dios que da la vida y la libertad, pues mientras los hebreos estaban esclavizados por una ley muerta y sin sentido, los paganos  lo eran de las modas y por las religiones que se venían imponiendo con sus ritos y sus preceptos impuestos por el imperio  que les impedían ser ellos mismos.

Pablo propone a los gentiles no una nueva religión, sino un estilo nuevo de vida donde el discernimiento, la gratuidad  y la conciencia de ser libres sea el fundamento de toda relación con Dios y con el prójimo.

El modelo que plantea es el que los tesalonicenses están llevando adelante con su forma de vida que es el mejor ejemplo y la mejor palabra que se puede expresar, indicando que es posible vivir de otra manera muy distinta a como lo está proponiendo el imperio.

Al leer despacio la alabanza que Pablo hace de la comunidad de Tesalónicas, no queda más remedio que mirar a la nuestra, a nuestra iglesia en general y vemos cómo nos hemos distanciado del espíritu original, de forma que no somos ejemplo para nadie, sino que más bien no nos distinguimos en nada del esquema del imperio que ha llegado a “tragarnos” y nos está quitando, incluso la capacidad de discernimiento, de modo que hemos llegado a no ser capaces de distinguir ni entre lo bueno y lo malo y, peor aún, hemos llegado a confundirlo.
 

Lectura del santo evangelio según S. Mateo  22,34‑40
Amarás al Señor, tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo  

En aquel tiempo, los fariseos, al oír que Jesús había hecho callar a los saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?" Él le dijo: ""Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo." Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas."
Palabra del Señor
 

REFLEXIÓN 

LOS ESCAPES DE LA LEY  

Nos encontramos a Jesús rodeado de  expertos en leyes, de modo que las preguntas que le hacen resultan ridículas en boca de un maestro, con lo que claramente se ve la mala intención que llevan, pues van en busca del más mínimo fallo para poder acusarlo.

Los expertos han desdoblado el mandato principal de la ley en un sinfín de aspectos que cada uno se ha convertido en un escape, con el que se pueden excusar para no cumplirla o, si queremos decirlo con otras palabras: coger el camino de en medio y aplicar aquello de que quien hizo la ley hizo la trampa.

Frente a todo el montaje de actos buenos, malos, regulares, graves, leves,,, que normalmente  suele hacer la religión, convirtiendo  la actuación del ser humano en una casuística moral en la que el individuo está preocupado en ver hasta dónde se puede llegar sin infringir la ley, en lugar de ubicarse frente a Dios, Jesús va a la base de todo y sintetiza todo el decálogo en lo que es el tronco y la base de toda la legislación: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser…” Y para que no se llamen a duda o cojan el camino de en medio, viendo cómo pueden  regatear la ley, expresa la traducción de la ley en el terreno práctico: “Amará a tu prójimo como a ti mismo”

Jesús deja bien claro que el AMOR a DIOS no es una emoción sensible por una idea o un ser imaginario, o de un sentimiento de bienestar ante un rito o unas oraciones hechas con más o menos devoción, que es, con mucha frecuencia, hacia donde se suele desviar el mandato, de tal forma que los regateos que suelen hacerse al mandato del amor a Dios se desvían hacia el culto en lugar de aterrizar en el amor y el respeto al prójimo.

Por eso, como Jesús tiene bien claro este peligro y esta actitud, hace hincapié para que quede bien claro y no haya escapatoria; vivir en el amor de Dios, significa alabar y dar gracias por su existencia y, al mismo tiempo optar por vivir en su onda que significa definirse siempre y en todo momento por el bien, por el respeto a todos los niveles, por tener un corazón misericordioso y acogedor, por estar radicalmente opuesto a la injusticia, a la mentira, a la violencia y a todo aquello que está en contra de la voluntad de Dios y de la dignidad de sus hijos.

Todo esto no son ideas, sino actitudes concretas que definen una vida y, alguien que vive así, no tiene más remedio que vivirlo de cara a sus hermanos.