PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de Job (19, 1. 23-27)
Respondió
Job a sus amigos:-*(Ojalá se
escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en
plomo se escribieran para siempre en la roca!
Yo
sé que está vivo mi Redentor, y que al final se alzará sobre el polvo: después
que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no
otro, mis propios ojos lo verán.+
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 41, 2.
3. 5bcd; 42, 3. 4. 5
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Como busca la cierva
corrientes de agua, así mi alma te
busca
a ti, Dios mío. R.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Recuerdo cómo marchaba a la cabeza
del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza.
R.
R. Mi alma tiene sed del Dios
vivo.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte
santo,
hasta tu morada. R.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Que yo me acerque al altar de
Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la
cítara,
Dios, Dios mío. R.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
)Por qué
te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a
alabarlo:
*Salud de
mi rostro, Dios mío.+ R.
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los Filipenses (3,20-21)
Hermanos:
Nosotros
somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor
Jesucristo.
Él
transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con
esa energía que posee para sometérselo todo.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Marcos (15, 33-39; 16, 1-6)
Al llegar el mediodía,
toda la región quedó en tinieblas hasta la media tarde.
Y, a la media tarde,
Jesús clamó con voz potente:-*Eloí, Eloí, lamá sabaktaní.+
(Que significa: *Dios mío,: Dios mío, )por qué me has
abandonado?+)
Algunos de los
presentes, al oírlo, decían: -*Mira, está llamando a Elías.+
Y uno echó a correr y,
empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una
caña, y le daba de
beber, diciendo: -*Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo.+
Y Jesús, dando un
fuerte grito, expiró.
El velo del templo se
rasgó en dos, de arriba abajo.
El centurión, que
estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: -*Realmente este hombre
era Hijo de Dios.+
Pasado el sábado, María
Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar
a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al
sepulcro. Y se decían unas a otras: -*)Quién nos correrá la
piedra de la entrada del sepulcro?
Al mirar, vieron que la
piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. Entraron en el sepulcro y
vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco.
Y se asustaron. Él les
dijo: -*No os asustéis. )Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado.
Mirad el sitio donde lo pusieron.+
Palabra del Señor.
EL GRITO DE JESÚS
Cuando
leemos este texto de S. Marcos en donde se nos narra el momento final de Jesús,
el momento cumbre de su coherencia: vino al mundo, optó por los que el sistema
ha desechado y se puso a su lado hasta las últimas consecuencias.
Jesús se puso al lado de los pobres
y vivió la misma trayectoria de ellos; lo único que lo diferenció de todos los
pobres de su pueblo, fue el no dejar que nadie quebrantara su dignidad, que la
mantuvo hasta en el patíbulo de la cruz; a Jesús no lo vemos asimilado a poder
de ningún tipo, ni político, ni religioso, ni social, ni económico… es un
hombre libre, cuya única relevancia es la que levanta su persona que le ha
perdido el miedo a todo. Socialmente es un marginado más, pero libre, hasta el
punto de convertirse en denuncia de todos y en anuncio y proclamación de la
verdad y la esperanza.
No tenía nada que perder y lo tenía todo por
ganar. Por vivir en coherencia con esta libertad, se convirtió en un ser
peligroso.
Este momento final es la culminación
de su camino vivido en coherencia. Su grito desgarrador es el grito de toda la
humanidad atropellada que se dirige a Dios como única tabla de salvación, pues
el mundo le ha dado completamente la espalda, con la seguridad de que Él no ha
de fallar.
Su grito final, que suena hoy en
esta celebración que realizamos recordando a todos nuestros difuntos y a todos
aquellos que han dado su vida luchando por la justicia y por conseguir un mundo
mejor, hoy recoge ese grito el sufrimiento, el dolor, el atropello, las
esperanzas frustradas, el trabajo callado, el llanto reprimido de tanta gente
que ha muerto para hacer que sus hijos, sus paisanos, las generaciones
siguientes, no pasaran lo que ellos pasaron.
El grito de Jesús, es el grito
actual de tanta gente que está muriendo sin posibilidad de defenderse, de esperar
que alguien le tienda una mano, de sentir que se hace justicia… el grito de
Jesús hoy es el grito silencioso de mil setecientos millones de abortos que se
llevan realizados desde que se aprobó la ley. No es un grito de desesperación de
una persona humillada, sino de protesta, de indignación contra una cultura que optó por
la muerte y condenó la vida como algo nocivo para el ser humano.
Ese grito final de Jesús en lo alto
de la cruz, estuvo sonando como un eco estremecedor en la mente y en el corazón
de todos los cristianos primeros que lo sentían enganchado en lo que decía Yahvé en las Escrituras: “si el pobre acude a
mí yo lo escucharé” (Ex. 22, 22)
Jesús ha asumido la naturaleza
humana y ahora, en lo alto de la cruz, es el signo vivo que la representa
delante de Dios. Y este Dios al que se dirige Jesús no es uno más de los que se
venden al mejor postor, o se deja manipular por los sacrificios, los ritos, las
ofrendas… Es el Dios de la Justicia, del Amor, de la Verdad y de la Paz que no
va a cesar hasta que se implante en el mundo.