6 AGOSTO 2017
PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de
Daniel 7, 9-10. 13-14
Miré y vi que
colocaban unos tronos. Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve,
su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas;
un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él. Miles y miles lo servían, millones estaban a
sus órdenes. Comenzó la sesión y se
abrieron los libros.
Seguí mirando. Y en
mi visión nocturna | vi venir una especie de hijo de
A él se le dio poder,
honor y reino. Y todos los pueblos, naciones
y lenguas lo sirvieron. Su poder es un
poder eterno, no cesará. Su reino no acabará.
Palabra de Dios
PROGRESISMO
INTOLERANTE
El momento que nos presenta
la lectura del libro de Daniel es importante tenerlo muy presente ya que nos
ayuda a iluminar el momento por el que nosotros estamos atravesando, pues
podemos ver repetidas muchas posturas que nos llevan a nuestra destrucción: se
está dando con una rapidez impresionante todo un proceso de helenización que
amenaza con barrer las costumbres, la fe y toda la cultura israelita.
Este proceso avanza a pasos
agigantados y amenaza con destruir todo lo que hasta ahora han tenido como
bases de fe y cultura, con lo que entra en una crisis profunda el esquema de
vida de muchos que viven con intensidad su fe.
Por otro lado, algo que comienza como una moda simple que parece no
tener importancia y que la gente no le toma en cuenta, cuando quieren acordar
es algo que se impone y hasta el mismo rey Antíoco IV Epífanes toma posiciones
y convierte en una persecución a muerte a todo el que no siga las pautas de
pensamiento y de acción que se marcan.
Como principio se impone una
intolerancia irracional que desemboca en una persecución abierta a todos los
judíos que intentan mantenerse en sus principios de fe; se establece una
especie de “cultura superior” que no tolera y desprecia la forma de vida
sencilla de la gente que, lo único que quiere es vivir en paz
Este es el ambiente en el que surge el libro
de Daniel en defensa de los derechos de los pobres y sencillos que no se les
deja expresarse ni vivir, pero tampoco se le deja a él expresarse y tiene que
recurrir al género apocalíptico para hablar en clave, ya que de otra manera a
él mismo le hubieran hecho la vida imposible, como de hecho ocurrió, con sus
propios hermanos de fe y raíces judías.
Salmo responsorial 96
V/ El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
El Señor reina, la tierra
goza /
se alegran las islas
innumerables./
Tiniebla y nube lo rodean,/
justicia y derecho sostienen
su trono.
R. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
Los montes se derriten como
cera/
ante el Señor de toda la
tierra;/
Los cielos pregonan su
justicia,/
y todos los pueblos
contemplan su gloria
R. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
Porque tú eres Señor,/
altísimo sobre toda la
tierra,/
encumbrado sobre todos los
dioses
R. El Señor reina, altísimo sobre toda la tierra
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la 2ª carta de S. Pedro 1,16-19:
Pues no nos fundábamos en
fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro
Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando
desde la sublime Gloria se le transmitió aquella voz: «Este es mi Hijo amado,
en quien me he complacido». Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros
oímos estando con él en la montaña sagrada. Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy
bien en prestarle atención como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro
hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones
Palabra
de Dios
LLAMADA DE ALERTA
Esta segunda carta de Pedro
tiene una intención clarísima: invitar a los cristianos de la segunda o tercera
generación a permanecer fieles a los principios que se han dado que vienen del
Señor y a tener cuidado con las nuevas corrientes que están entrando y que
fácilmente desvían del principio que Cristo les había dejado.
El autor contrapone la
doctrina que han recibido a toda la serie de mitos y leyendas que pululan y que
con frecuencia pueden llegar a hacer del evangelio una más de esas leyendas, haciéndole que pierda toda
su vida y su fuerza al equiparar a Jesús y su proyecto con cualquiera de los
personajes que andan de moda.
Jesús no puede confundirse con un cualquiera; Él es el Hijo de Dios
que ha de venir a culminar la obra que ha comenzado y que ha dejado durante
este tiempo en nuestras manos; Él es el sentido y fundamento de toda la vida
del cristiano y la base de toda esperanza de futuro para todo hombre.
Tanto la situación primera que vemos
en Daniel como ésta que nos presenta
Pedro, tienen una resonancia extraordinaria en nuestro tiempo que
estamos viendo, cómo se ve inundado por ideologías que no tienen base ni
fundamento científico, pero están siendo impuestas por intereses económicos y
políticos que buscan el poder, para lo que no dudan en atropellar al pueblo.
Lectura
del santo evangelio según S. Mateo 17,1-9
Seis días más tarde, Jesús tomó
consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un
monte alto. Se transfiguró
delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. De
repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo
a Jesús: «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas:
una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Todavía estaba hablando cuando una nube
luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: «Este es mi
Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos
cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis». Al
alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del monte, Jesús les
mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de
entre los muertos».
Palabra del Señor.
JESÚS, EL ÚNICO ASIDERO DE
LA IGLESIA
Cuando leemos despacio este
pasaje que nos presenta hoy S. Mateo podemos darnos cuenta perfectamente que
hay un gran paralelismo entre la narración que se hace de este momento y el que
nos presenta en el cap. 3,13-17 (el bautismo de Jesús) Se van repitiendo los
mismos elementos:
Aquí se nos presenta a Jesús
que se ha llevado a los discípulos a lo alto de la montaña, no para mostrarles
todos los reinos que les va a dar y el poder que van a adquirir, sino para
indicarles el camino que han de seguir para llegar a la gloria.
Allí van a poder contemplar
el rostro radiante como el sol de Jesús, para que tomen conciencia de lo que
consiste la verdadera grandeza y la gloria, que no es el resultado de la
posesión de bienes ni de poder, como concibe el mundo y nos quiere convencer; sino
que la verdadera gloria la han de conseguir a través de un servicio, sencillo,
amable, entregado, incondicional, gratuito… expresión de la cruz que los ha de
identificar.
Junto a Jesús aparecen Moisés como el
representante de la ley que ha dirigido todo el camino del pueblo y Elías, el
amigo de Dios, el profeta del pueblo que expresa la cercanía y la amistad con
Dios. Estos dos personajes aparecen conversando con Jesús, como indicando que
el camino que se ha venido recorriendo estaba orientado hacia Jesús que es
donde culmina todo y al que ellos han tenido la gran suerte de acompañar:
(¡Cuántos profetas hubieran querido ver lo que estáis viendo vosotros!)
Sin embargo, Pedro no es
capaz de interpretar lo que está viendo y coloca a Jesús al mismo nivel que a
los otros y cuando empieza a hablar, es el mismo Dios el que lo hace callar,
para que no siga diciendo tonterías, pues a Jesús no lo pueden comparar con
ningún legislador o con otro profeta: Él es la ley, Él es el profeta y, Él es
la única voz autorizada por Dios y por eso es a Él a quien hay que escuchar:
como ocurriera en el bautismo, la voz vuelve a repetirles: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo». Es por eso que Jesús
les prohíbe que cuenten a nadie lo que han vivido, pues está seguro que no van
a interpretar como es debido la lección que ha querido darles.
Esta misma voz vuelve a sonar
hoy en la iglesia ante los va y vienes que suelen darse, en los que buscamos
agarrarnos unas veces a unas cosas y otras a otras; hoy nos vuelve a decir: no
tengáis miedo de mirar, escuchar y agarrarse del único asidero seguro: JESUC
RISTO”