DOM. 3º DE ADVIENTO -A-


“De andar por la calle”

         Me cuenta la maestra que ha llegado una madre a la clase, con un bocadillo en la mano, pidiéndole que deje salir a su hijo de la clase para que se lo coma, pues se ha levantado enfadado esta mañana y se ha ido sin desayunar a la escuela.
         Lógicamente, la maestra no ha permitido que salga el niño de la clase para comer, hasta que llegue la hora del recreo y la madre se ha ido a poner una denuncia.
         En la policía ha contado que la maestra la ha tratado de forma muy grosera y que tiene a su hijo marginado.

EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo. Mt 11, 2-11
¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?

EN aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los cojos andan;
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
los muertos resucitan
y los pobres son evangelizados.
¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino ante ti”.
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
Palabra del Señor.

REFLEXIÓN

MIRANDO, NO VEN
            Alguien puede ser que me pregunte: ¿qué tiene que ver el hecho que cuentas con el evangelio que nos presenta la liturgia?
            Aparentemente nada, pero en la realidad que estamos viviendo, podemos observar cómo actuamos en una pura contradicción: mientras criticamos lo que hay, lo apoyamos con nuestra vida, de forma que cuando alguien nos muestra por donde va el camino, vamos lo denunciamos y hasta lo calumniamos.
            Juan Bautista entiende por dónde va el camino y eso le llevará a aceptar incluso, el tener que morir en la cárcel.
            Todos estaban deseando que alguien se levantara y diera el golpe a la situación de injusticia y atropello que venían sufriendo, hasta el mismo Juan. Él está en la cárcel, fruto de un absurdo y espera que el Mesías lo saque, pues ya el profeta Isaías había dicho que vendrá y romperá los cerrojos de las cárceles y dará la libertad a los cautivos; ha dicho también que recuperará la vista a los ciegos, devolverá el oído a los sordos y el lenguaje a los mudos… y traerá la paz y la prosperidad a todo el pueblo… es exactamente lo mismo que estamos deseando todos, pero con una diferencia: Juan Bautista colabora para que se dé ese cambio y no se convierte en otro obstáculo más que entorpece el camino; el mantenerse en esa actitud le cuesta la cárcel y la vida.
            La señora de la historia no piensa ni en el futuro de su hijo ni en el atropello de la educación; para ella no hay más que lo inmediato, lo material, su capricho y no es capaz de ir más allá, es decir: no somos capaces de irnos del fruto a la raíz y no nos damos cuenta que sin raíz es imposible el fruto.
            Pero lo más triste de todo, es que esperamos siempre que nos lo den todo hecho quedándonos, eso sí, con el derecho de criticar si las cosas no se hacen a mi gusto.
            Juan envía a sus discípulos para que le pregunten a Jesús y Jesús les invita a mirar a la raíz y los devuelve a Juan para que le cuenten lo que han visto, porque si se detenía a explicarles las cosas, era muy probable de que no entendieran y contaran otra cosa, parecido a lo que cuenta la mujer a la policía, pues todos tenemos el mismo problema, de forma que, incluso, viendo no vemos, oyendo no oímos y palpando, todavía llamamos piedra al pan y viceversa y, si nos aprietan un poco, hasta nos escandalizamos y decimos que no se puede ser tan radical.