Lectura
del libro de Isaías 35, 1-6a.
10
Dios viene en persona y os
salvará
El desierto y el yermo se
regocijarán,
se
alegrarán el páramo y la estepa,
florecerá como flor de narciso,
se alegrará
con gozo y alegría.
Tiene
la gloria del Líbano
la belleza
del Carmelo y del Sarión.
Ellos verán la gloria del Señor,
la belleza
de nuestro Dios.
Fortaleced las manos débiles,
robusteced
las rodillas vacilantes;
decid a los cobardes de corazón:
"Sed
fuertes, no temáis.
Mirad a vuestro Dios,
que trae el
desquite;
viene en persona, resarcirá y os
salvará."
Se despegarán los ojos del ciego,
los oídos
del sordo se abrirán,
saltará como un ciervo el cojo,
la lengua
del mudo cantará,
y volverán los rescatados del Señor.
Vendrán a Sión con cánticos:
en cabeza,
alegría perpetua;
siguiéndolos, gozo y alegría.
Pena y aflicción
se alejarán.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
SE
CUMPLIERON LAS PROFECÍAS
Frente a la situación de hundimiento
que está sufriendo el pueblo, el profeta invita a levantar la cabeza, pues Dios
mismo va a tomar cartas en el asunto y presenta la visión que él tiene del
futuro de esperanza y de alegría:
Anuncia una transformación radical y
para ello, utiliza el símbolo del desierto donde todo está árido y sin vida y
Dios lo va a convertir en un jardín, donde todo el mundo va a poder contemplar
la gloria y la grandeza de Dios al ver la transformación que va a hacer. Esta
transformación la va a realizar Él mismo: “Él mismo viene en persona a
salvarnos”
El otro símbolo que utiliza es el de
la “calzada” con el que expresa la esperanza y la alegría que le embarga: será
una calzada llana y limpia, por donde podrán marchar la Paz, la Justicia, la
Verdad hacia la verdadera libertad y felicidad.
Los signos que presenta el profeta
de esta nueva realidad de paz y alegría que ha venido describiendo, serán el
hecho de que se recuperen los ciegos, los sordos, los cojos, los mudos que van
a poder ver, oír y alabar la gloria de Dios rompiendo las cadenas que los
tienen postrados.
Por eso, invita a levantar los
ánimos, a no quedarse anclados quejándose, sino por el contrario, hay que
fortalecer a los débiles, afianzar las rodillas de los vacilantes y decirle a
los cobardes: “¡Animo, no temáis!” No es tiempo de quejas y lamentos, sino de
empuje y de esperanza
Esta venida de Dios va a
fortalecer al hombre, lo va a capacitar
con su Espíritu para que pueda transformar el mundo.
Esta nueva realidad que anunciaba y
con la que soñaba el profeta Isaías tuvo su cumplimiento perfecto con la venida
de Jesús: Él se presentó, inauguró esta nueva etapa e invitó a seguirlo, pues
Él fue delante abriendo el camino; de ahora en adelante todo queda en nuestras
manos teniendo la seguridad de que Él camina a nuestro lado, si es que nosotros
queremos caminar al suyo.
Como entonces, los esquemas se
repiten: no es tiempo el actual de quejas y lamentos, sino de poner manos a la
obra, de no volver a caer en el engaño en que nos han metido, de abrir los ojos
y limpiar las estructuras de mentirosos y maleantes, de recomponer nuestra manera
de pensar y despertar del letargo en el que hemos caído. Tenemos de nuestra
parte que la promesa ya se ha cumplido y la realidad se ha impuesto: Jesús, el
salvador, vive entre nosotros.
R. Ven, Señor, a salvarnos
El Señor
mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R.
R. Ven, Señor, a salvarnos
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se
doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los
peregrinos. R:
R. Ven, Señor, a salvarnos
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los
malvados.
El Señor reina eternamente;
tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
R. Ven, Señor, a salvarnos
SEGUNDA LECTURA
Lectura
de la carta del apóstol Santiago
5, 7‑10
Manteneos firmes, porque la
venida del Señor está cerca
Tened
paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor.
El labrador
aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia
temprana y tardía.
Tened
paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está
cerca.
No os
quejéis, hermanos, unos de otros para no ser condenados. Mirad que el juez está
ya a la puerta.
Tomad,
hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que
hablaron en nombre del Señor.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN
EL
ARTE DE ESPERAR
La carta de Santiago viene a ser una
especie de grito de ánimo a permanecer en la brecha: es muy fácil caer en el
desánimo y en el desaliento mientras se espera; frente a la tentación del
desaliento, está la esperanza gozosa y la certeza de que la muerte ha sido
vencida, el mal, aunque haga mucho ruido, está derrotado.
Santiago
pone la imagen del agricultor que siembra su semilla, la cuida, y unas vez que
ha hecho lo que está en sus manos, con gozo y alegría se pone a disposición de
Dios para que Él realice el resto, con la seguridad de que Él no nos va a dejar
ni a defraudar.
Santiago invita a fortalecer la
virtud de la paciencia, aunque lo más exacto es pedirle al Señor que nos dé una
gran fortaleza de ánimo para que nos ayude a afrontar todas las dificultades
que puedan presentarse mientras esperamos, que van a ser muchas; al estilo de
cómo hicieron los profetas, que siguieron esperando, a pesar de todas las problemas
que les fueron surgiendo.
De la misma manera, Santiago pide
paciencia para no perder la compostura y no tener malos modales con nadie, para evitar así que el desánimo cunda entre
los hombres.
Uno de los grandes problemas que nos
surge en la actualidad es éste: cuando vemos que los otros no responden como
debieran, nos enfadamos, nos venimos abajo y nos unimos a su bando, es decir:
nos dedicamos a hacer el mal, con lo que damos la batalla por perdida antes de
haber luchado.
Aleluya Lc. 4,
18
Aleluya,
aleluya.
El Espíritu
del Señor está sobre mí; me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres.
Aleluya.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Mateo
11, 2‑11
¿Eres tú el que ha de venir o
tenemos que esperar a otro?
En aquel
tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a
preguntar por medio de sus discípulos:
-“¿Eres
tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”
Jesús les
respondió:
-“Id a
anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los inválidos
andan;
los leprosos quedan limpios, y los
sordos oyen;
los muertos resucitan, y a los pobres
se les anuncia el Evangelio.
¡Y dichoso el que no se escandalice
de mí!”
Al irse
ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
-“¿Qué
salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué
fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en
los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os
digo, y más que profeta; él es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
para que prepare el camino ante ti.”
Os aseguro
que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más
pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.”
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN
EL REINO DE LOS CIELOS YA HA LLEGADO
El evangelio de hoy
parece una composición tardía, con la que se quiere mostrar el traspaso de Juan
a Jesús: él ha venido abriendo el
camino, preparando los ánimos para el proyecto que trae Jesús y quiere hacerlo
de forma oficial antes de morir.
Ahora se encuentra en la
cárcel, por el choque que ha tenido con Herodes, a quien ha denunciado de su
corrupción y de todas las maldades que está haciendo.
Juan ha tenido que
interrumpir su misión y oye que Jesús está siguiendo sus pasos; entonces,
viendo que su vida peligra, envía a sus discípulos para preguntar a Jesús si Él
es el Mesías que se espera, con el fin de invitar a sus discípulos a que lo
sigan.
Jesús en su respuesta no da su
identidad, sino que se remite a los hechos que todos pueden observar: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los
ciegos ven, y los inválidos andan;
los
leprosos quedan limpios, y los sordos oyen;
los
muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio.
¡Y
dichoso el que no se escandalice de mí!”
Estas son las señales que ha
anunciado el profeta Isaías indicando que el reino de Dios ha llegado: el reino
de Dios es salud,
curación, alegría de los pobres... El que entienda otra cosa, está equivocado y
es probable que se escandalice, de la misma manera que ocurrió cuando lo
anunciaron los profetas.
Tristemente
continúa la misma actitud en los tiempos actuales, pues cada uno tiene hecho su
esquema acomodado a sus intereses y no acepta la propuesta de Dios, si es que
no está acomodada a su proyecto. Esta será la gran tristeza del cuarto
evangelio de la que Marcos se hace eco: “Vino a los suyos y, los suyos no lo
recibieron”
Jesús
aprovecha el momento para hacer una apología de Juan y una proclamación del
“nuevo mundo” que se ha inaugurado: de ahora en adelante ya no habrá más
profetas, ya no vendrá nadie anunciando una esperanza futura… el Reino de Dios
definitivo y último, ya se ha inaugurado y camina hacia su fin supremo;
“Dichoso el que lo acepten y no se escandalice de Jesús”