DOMINGO IV DE ADVIENTO -A-

PRIMERA LECTURA 

Lectura del libro de Isaías       7,  10‑14
Mirad: la virgen está encinta 

En aquellos días, el Señor habló a Acaz:
-“Pide una señal al Señor, tu Dios:
en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.”
Respondió Acaz:
-“No la pido, no quiero tentar al Señor.”
Entonces dijo Dios:
-“Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad:
           la virgen está encinta y da a luz un hijo,
           y le pondrá por nombre Emmanuel
           que significa: “Dios‑con‑nosotros”.”
Palabra de Dios. 

REFLEXIÓN: 

NEGAR A DIOS EN LA HISTORIA    

Acaz, descendiente de David, se encuentra en una situación comprometida: los reinos vecinos se están poniendo de acuerdo para atacar a Israel; entonces  Acaz se asusta y en lugar de reforzar la unidad de su pueblo, como había hecho David, se va al vecino imperio de Asiria  para pedirle ayuda, con lo que se entrega poniéndose en sus manos.

El profeta Isaías le reprocha el juego político que está queriendo hacer y la línea que está queriendo abandonar de reforzar la unidad del pueblo, apostando por las armas y por la guerra.

Para que pierda el miedo y sienta que Dios está de su parte y no va a dejar que ocurra ninguna desgracia, le ofrece una señal y le invita a pedir aquello que le pueda dejar tranquilo sabiendo que Dios le va a apoyar si no se deja en manos de poderes  extranjeros.

Pero Acaz no confía en Dios y rechaza la propuesta de Isaías poniéndole una excusa religiosa, que no era más que un razonamiento hipócrita: para Acaz existe una división clara de la vida: una cosa son los grandes problemas de las relaciones políticas y otra cosa es el culto que hay que dar a Dios; para él nada tiene que ver una cosa con otra; según él, a Dios solo le interesa lo suyo y lo que haga el hombre le trae sin cuidado; es exactamente la misma actitud que existe en la actualidad, que quiere sacar a Dios de la historia de los hombres, como si a Dios no le interesara nuestra vida. 

Salmo responsorial       Sal  23,  1‑2.  3‑4ab.  5‑6    (R.: cf. 7c y 10b) 


R.  Va entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. 

           Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
           el orbe y todos sus habitantes:
           él la fundó sobre los mares,
           él la afianzó sobre los ríos.    R.
R.  Va entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.

           ¿Quién puede subir al monte del Señor?
           ¿Quién puede estar en el recinto sacro?
           El hombre de manos inocentes
           y puro de corazón,
           que no confía en los ídolos.    R.
R.  Va entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. 

           Ése recibirá la bendición del Señor,
           le hará justicia el Dios de salvación.
           Éste es el grupo que busca al Señor,
           que viene a tu presencia, Dios de Jacob.    R.
R.  Va entrar el Señor, él es el Rey de la gloria. 

SEGUNDA LECTURA 


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos       1,  1‑7
Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios 

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios.
Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.
Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
 

REFLEXIÓN 

LA VOCACIÓN ES UN REGALO   

S. Pablo comienza su carta a la comunidad de Roma presentándose; y lo hace relatando como ha sido llamado por Jesucristo a ser su apóstol, por tanto, es “Apóstol por vocación”, no porque haya recibido expresamente el ministerio de manos de Jesús, como le ha ocurrido al resto de los apóstoles, pero deja bien claro que lo que él predica es el mismo evangelio que predican los apóstoles: su persona, su proyecto, su muerte y su resurrección; la misión que ha asumido siente que se le ha encomendado el mismo Cristo, que le ha confiado el mensaje del evangelio; para reforzar todo lo que está diciendo, Pablo hace una confesión de fe en Jesús como Mesías Hijo de Dios, anunciado en las sagradas escrituras y constituido Hijo de Dios por su resurrección, según el Espíritu santificador.
            Para S. Pablo otra cosa que le interesa dejar bien clara es que la misión que está realizando no es cosa suya, sino que se le ha encomendado por pura gracia, no por méritos suyos, pues si tiene que presentar sus méritos tendría más bien que avergonzarse; él se siente agradecido a Dios y siente que Jesús es Nuestro Señor que le ha concedido la gracia de ser su apóstol para las naciones, entre las que se encuentran los romanos que no pertenecen al pueblo de la Antigua Alianza.
            Pablo sostiene que todos los que  aceptan este evangelio, reciben el amor de Dios, lo mismo que lo ha recibido él. 

Aleluya       Mt  1, 

Aleluya, aleluy
Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
y le pondrá por nombre Emmanuel
Dios‑con‑nosotros
Aleluya. 

 

EVANGELIO 


Lectura del santo Evangelio según san Mateo        1,  18‑24
Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David

El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
-“José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.”
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta:
Mirad:
           la Virgen concebirá y dará a luz un hijo
           y le pondrá por nombre Emmanuel
           que significa “Dios‑con‑nosotros”.”
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Palabra de Dios
 

EL “SÍ” DE JOSÉ   

El evangelio de S. Mateo nos narra el origen humano de Jesús y comienza presentando la situación de María, de acuerdo a la costumbre existente en el momento: se formalizaba el noviazgo y el que va a ser el marido, durante un tiempo prudencial se dedica a trabajar para preparar el que va a ser su hogar, donde recibirá a su esposa; el   compromiso formal ya está hecho y se consideran matrimonio desde ese momento.

            En ese tiempo, la novia sigue viviendo con sus padres, preparando también algunas cosas, hasta que pase a depender de su marido. En ese espacio de tiempo, cualquier acto de infidelidad es considerado como un adulterio castigado por la ley con pena de muerte.

            Este es el marco que s. Mateo pone al matrimonio de María; es uno de los escasos momentos en los que S. José aparece como protagonista en el evangelio. Siguiendo el hilo de la narración, en ese espacio de tiempo, resulta que María queda embarazada. Mateo puntualiza dos detalles: “María quedó embarazada por obra del Espíritu santo” y por otro lado  refuerza también otra idea: “José, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto”.

            Si José hace valer sus derechos, podía haber exigido el castigo establecido por la ley y María hubiera sido apedreada, pero Dios va tejiendo su proyecto y aún con todas las dificultades, José va colaborando al plan divino.

            Cualquiera podríamos decir que Dios sabe cómo hace las cosas, pero no podemos perder de vista que en ningún momento fuerza Dios la libertad de nadie.

            Es importante tener muy en cuenta la pedagogía que Dios va usando: Dios propone su plan, entra en diálogo y el hombre acepta, aunque no entienda, como podemos ver en el silencio de José.

            Contrasta la actitud que hoy sostenemos con la que Dios tiene: son “nuestros” planes los que defendemos y, por eso ponemos trabas y condiciones al proyecto de Dios a quien obligamos a entrar por nuestros esquemas, antes que entrar nosotros por los suyos. Es interesante ver cómo defendemos nuestros derechos, nuestra realización personal, nuestra dignidad… y no queremos aceptar que por delante de “MIS” intereses están siempre los de Dios: no es “MI” proyecto, ni “MI” interés… sino el de Dios. Cuando no entendemos esto, todo se viene abajo en todos los órdenes de la vida, porque cada uno va a defender “Sus” derechos y no los de la Verdad, la Justicia o la Paz.