El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.
Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más». Palabra del Señor.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
«Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
«El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
«Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
«Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más». Palabra del Señor.
Cuando nos acercamos a este evangelio, nos surge una pregunta desde nuestro interior, ¿Jesús es capaz de perdonarlo todo?
Hoy al igual que entonces, existen acusados y acusadores. Pero en este ámbito justificadamente podríamos decir que la ley de Moisés lo dice. Y también en la actualidad se antepone demasiadas veces la ley y olvidamos el amor.
Le presentan al Dios del amor una mujer pecadora, le piden que cumpla la ley y ¿qué nos encontramos? Que sale perdonada. La ley del amor es el motor de vida del Maestro, es más, va mas lejos, "aquel que este libre de pecado que tire la primera piedra", el Señor manifiesta de esta manera las falta de amor de todos ellos, y los llama al amor para amarle.
Hoy también nos dice a nosotros lo mismo, dejémonos amar por Él y de esta manera, el pecado, se alejará de nosotros, la misericordia florecerá en nuestro interior y viviremos en plenitud la ley nueva de Cristo, que nos es sino convertir nuestro corazón de piedra en un corazón de carne que da vida al mundo.
Nos invita a dejar en el camino nuestras piedras para así poder caminar junto a Él hacia la Pascua ya cercana donde solo encontraremos a Cristo crucificado para adherirnos a Él y destruyendo nuestro pecado, poder resucitar junto a Él y obtener la corona de gloria que no se marchita, como nos dice el apóstol Pablo.