IV DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO C

 


¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

Lectura del Evangelio según san Lucas.
En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá». Palabra el Señor.
    Celebramos el cuarto domingo de Adviento, lo que significa que esta muy cerca el Misterio de la Navidad. Hoy las lecturas y el evangelio nos hablan de este momento.
    Miqueas nos dice que de Belén la ciudad mas pequeña de Judá, nacerá el Salvador, cuando la que tiene que dar a luz dé a luz. Es Dios mismo el que va a nacer como nos dice la segunda lectura, Él se acerca al hombre en la propia humanidad del hombre para llevarlo hasta a Dios.
    Pero, la gran figura de este domingo es María, que después del acontecimiento de la Encarnación, se pone en camino para encontrarse con su prima Isabel y proclamar las grandezas del Señor.
    Hoy, Dios nos invita a hacernos pequeños para que este gran Misterio se adentre en nuestro corazón, nos pongamos en camino para anunciar a nuestro mundo las grandezas del Señor. Nos empuja a ponernos al servicio del mismo Amor para que todos preparemos el camino del Señor que ya está muy cerca y sobre todo que cuando nos encontremos en familia y amigos pongamos a Jesús en el centro del mismo para hacerlo presente y así el Dios de la paz este en nuestra vida para trasmitirla a los suyos.

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCION DE MARIA

 

Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.

Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
«¿Cómo será eso, pues no conozco varón?».
El ángel le contestó:
«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de Dios. También tu pariente Isabel ha concebido un hijo en su vejez, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, "porque para Dios nada hay imposible"».
María contestó:
«He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y el ángel se retiró. Palabra del Señor.
    Celebramos hoy la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el Adviento queda a un lado, para contemplar a María como madre de la Esperanza, aquella que realmente esperó a Jesucristo, el Señor.
    Hoy por lo tanto es un día grande, pues vemos que con el "Sí" que Ella dio al Padre nos enriquece a todos al darnos al Salvador del mundo. En el evangelio de hoy vemos que el Espíritu entra en la historia de una mujer y la inunda de toda gracia, la llamamos la llena de gracia, para una misión importante dentro de la Historia de la Salvación, ser el Arca de la nueva Alianza.
    María es la primera redimida antes del tiempo y por eso es Inmaculada desde el primer momento de su concepción por los méritos de Cristo en la Cruz.
    Con su fidelidad nos enseña ya a esperar los bienes prometidos a todos nosotros, porque Él es fiel. Con su entrega al Padre nos enseña también a hacerlo presente en medio de nuestro mundo. Esta es la obra de Dios en Ella, cantar las grandezas del Señor a todas las generaciones. 
    Que la alegría de sentirnos amados con el mismo amor que el de María, nos impulse a contemplar y a acoger el Misterio de la Esperanza en la Navidad dentro de nuestros corazones.
    


I DOMINGO DE ADVIENTO. CICLO C

 


Se acerca vuestra liberación.

Del evangelio según san Lucas.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el estruendo
del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Estad, pues, despiertos en todo tiempo, pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre». Palabra del Señor.
    Hemos terminado un año litúrgico y con este domingo nos disponemos a comenzar otro nuevo, ante este acontecimiento nos surge una pregunta ¿para qué?, siempre es lo mismo.
    Las lecturas de este domingo nos invita a no pensar eso de que siempre es lo mismo, sino mejor que Dios nos da un nuevo tiempo de gracia y de vigilancia ante la llegada de Cristo al final de los tiempos. Buscar la esperanza en nuestro tiempo actual, realmente podemos decir que es un gran reto. ¿Dónde está o dónde podemos encontrarla?.
     En la primera lectura se nos dice que ella misma está en la promesa que Dios hace a Israel y al pueblo de Judá, por lo tanto, esa promesa llega a nosotros con toda su fuerza y plenitud. Nuestra esperanza es la espera gozosa de la venida del Señor al final de los tiempos, pero no podemos olvidar que día a día se hace el encontradizo en cada acto de amor y de misericordia que experimentamos, como nos dice el apóstol Pablo.
    Este nuevo comenzar es el gran camino que hemos de recorrer con sus luchas tanto externas como internas para encontrarnos con el Señor que viene sobre las nubes del cielo. Seamos capaces de dejarnos iluminar con su luz para que no andemos en tinieblas y así podamos estar atentos y vigilantes ante la venida de Cristo ya cercano en este tiempo de Adviento.

SOLEMNIDAD CRISTO REY. CICLO B


 Tú lo dices: soy rey.

Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:
«¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?».
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Palabra del Señor.
    Con este domingo Solemnidad de Cristo Rey, concluimos el tiempo litúrgico para comenzar uno nuevo con el Adviento. Esta fiesta nos invita a descubrir la grandeza de Jesucristo culminando su obra redentora de salvación.
    El reinado de Cristo, por lo tanto, es un reinado de conversión y servicio, nos lo anuncia en el evangelio de Marcos, "convertíos porque está cerca el reino de los cielos". Vivir el proceso de conversión es experimentar la adhesión de nosotros mismos a la persona de Cristo, de ahí podremos encontrar la verdad del hombre, Cristo es la verdad que nos ofrece el Padre.
    En el reino de Dios no encontraremos un reino de poder y autosuficiencia, sino un reino de servicio y entrega. El servicio y la entrega de todo hombre es hacer presente a Dios en medio de nuestro mundo. El mismo Cristo nos enseña a descubrirlo desde la verdad, Él es la verdad. Su Palabra es la verdad, palabra de vida y de justicia, palabra creadora y sanadora, palabra que aquel que la escucha se va configurando a Cristo y a toda su realidad, desde ahí descubriremos que este reino está dentro de nosotros y nos invita a ser servidores del mismo para manifestar la gloria del Padre por medio del amor.

XXXIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 


Reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En aquellos días, después de la gran angustia, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria; enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
Aprended de esta parábola de la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros que esto sucede, sabed que él está cerca, a la puerta. En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre». Palabra del Señor.
    Poco a poco nos estamos acercando al final del tiempo litúrgico. El domingo que viene celebraremos la solemnidad de Cristo Rey, Es algo normal y cotidiano experimentar que todo tiene un fin desde el pensamiento humano. 
    Hoy descubrimos en el evangelio el anuncio que hace Jesús de eso mismo, con la desaparición de todo lo que está a nuestro alrededor. Ante esto el hombre siente miedo y desesperación, a su vez nos anuncia "que entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y gloria". 
    En nuestro mundo actual quizás tengamos asumido esta situación de finalidad, pero también a su vez no tanto la esperanza de la venida de Cristo al final de los tiempos.
    Estamos acostumbrados a vivir el día a día sin tener en cuenta la esperanza en nuestro horizonte, sobre todo en los momentos difíciles que en muchas ocasiones nos toca vivir. Jesús mantiene su palabra hasta el final de los tiempos y se cumplirá todo lo anunciado por medio de sus labios, en este caso nos invita a descubrir los signos de los tiempos y a acrecentar nuestra esperanza en Él.
    Solo los que lo buscan podrán encontrarlo en las luchas cotidianas y experimentar estas palabras de Cristo, Él está siempre a nuestro lado y lo estará hasta el fin de los tiempos, siempre con la mano extendida, esperando a que le abramos la puerta para compartir su vida con nosotros.   
    

XXXII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

                                                             Esta viuda pobre ha echado más que nadie.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús, instruyendo al gentío, les decía:
«¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en las plazas, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas y aparentan hacer largas oraciones. Esos recibirán una condenación más rigurosa».
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir». Palabra del Señor.
    En este domingo nos encontramos con algo cotidiano en el templo de Jerusalén, el arca de las ofrendas.
    Hoy Jesús nos descubre el sentido pleno del culto y la oración hacia el Dios único y verdadero. Lo hace alabando la ofrenda que hace la pobre viuda ante aquellos que ofrecen lo que le sobra.
    Y hoy al igual que entonces también nosotros tenemos que descubrir el sentido interior de la ofrenda que le hacemos a Dios, aunque nosotros nunca podremos pagarle de la misma forma. Nos pide que no seamos como los fariseos que ofrecen un culto vacío, sino como la pobre viuda que entrega toda su vida desde el silencio y la sencillez.
    Nos invita que miremos con los ojos del corazón como lo hace Él, que lo descubramos en nuestras propias pobrezas y miserias para que él mismo las convierta en ofrendas agradable ante Dios, solo así nos iremos configurando en persona de Cristo, que siendo rico se hace pobre.
    El mejor culto y la mejor ofrenda que podemos tributarle a Dios es nuestra propia vida puesta al servicio de los demás, solo desde ahí podremos encontrarnos con Él.

XXX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

 "Rabbuní", haz que recobre la vista

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar:
«Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí».
Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más:
«Hijo de David, ten compasión de mí».
Jesús se detuvo y dijo:
«Llamadlo».
Llamaron al ciego, diciéndole:
«Ánimo, levántate, que te llama».
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo:
«¿Qué quieres que te haga?».
El ciego le contestó:
«"Rabbuní", que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Anda, tu fe te ha salvado».
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. Palabra del Señor.
    Hoy descubrimos a Jesús dando vista a un ciego que estaba al borde del camino. Es bien conocido que a lo largo de la vida del Maestro son muchos los acontecimientos que se desarrollan en el camino. Las instrucciones a sus discípulos, los anuncios de la Pasión, etc.
    ¿Quiénes están al borde del camino? Todos aquellos alejados de la sociedad, en este caso el ciego Bartimeo, que oyendo que va a pasar ceca de él Jesús, lo llama el Hijo de David, es decir, lo reconoce como el Mesías. Jesús, lleno de misericordia y compasión, lo llama y le pregunta qué desea, y Bartimeo le pide la curación de su ceguera,  y es por su fe  como queda curado. 
    A nosotros se nos invita también a descubrirlo en el camino de la vida, aún sabiendo que estamos llenos de cegueras que en muchas ocasiones no nos dejan reconocerlo. Hoy, como a Bartimeo, nos pregunta también a nosotros ¿qué quieres que  haga por ti?
    Y al igual que a Bartimeo también se nos pide la fe, el don del Bautismo, por medio de ella podremos adherirnos a Jesús para ser liberados de todas las esclavitudes que nos atan en nuestra vida. Dejemos que Él actúe en nosotros porque continuamente nos está llamando a la misión, a caminar junto a El, dejemos que la luz de su Espíritu entre en nuestros corazones y así podamos recobrar la vista y seguirle como el ciego Bartimeo.
       

XXIX DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 


El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
«Maestro, queremos que nos hagas lo que te vamos a pedir».
Les preguntó:
«¿Qué queréis que haga por vosotros?».
Contestaron:
«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
Jesús replicó:
«No sabéis lo que pedís, ¿podéis beber el cáliz que yo he de beber, o bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?».
Contestaron:
«Podemos».
Jesús les dijo:
«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y seréis bautizados con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, sino que es para quienes está reservado».
Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan.
Jesús, llamándolos, les dijo:
«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos». Palabra del Señor.
    Parece que a lo largo de estos domingos Jesús nos ha ido invitando a su seguimiento y el modo de hacerlo. El domingo pasado Pedro le pregunta a Jesús qué ganaba con seguirle. Hoy Juan y Santiago le piden a Jesús que los sienten en su reino uno a su derecha y el otro a su izquierda. La respuesta de Jesús es rotunda "no sabéis lo que pedís".
    Otra vez nos encontramos con el poder y la autoridad que viene de ser el primero y el más importante de nuestra sociedad. Hoy el Maestro nos advierte de eso mismo, él no ha venido sino a servir y dar la vida en rescate por muchos.
    El verdadero modelo de Jesús, no gobierna, no impone, no domina ni controla. No ambiciona ningún poder. No se arroga títulos honoríficos, No busca su propio interés. Lo suyo es "servir" y "dar la vida". Por eso es el primero y más grande.
    El camino que nos ofrece el Maestro es el camino que nace del amor sincero  entregado, el camino que día a día nos va señalado el Espíritu para que vayamos manifestando a Jesucristo en medio de nuestro mundo lacerado por tanto obstáculos que muchas veces no nos dejan ver la voluntad de Dios.
    Seamos testigos del Resucitado en todo lugar y tiempo para que podamos preparar el banquete del Reino como nos dice el lema de este domingo del Domund.

XXVII DOMINO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, acercándose unos fariseos, preguntaban a Jesús para ponerlo a prueba:
«¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?».
Él les replicó:
«¿Qué os ha mandado Moisés?».
Contestaron:
«Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla».
Jesús les dijo:
«Por la dureza de vuestro corazón dejó escrito Moisés este precepto. Pero al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.
De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre».
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
«Si uno repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos los regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
«Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis, pues de los que son como ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él».
Y tomándolos en brazos los bendecía imponiéndoles las manos. Palabra de Señor.
    Cuando nos acercamos a la Palabra de este domingo, nos encontramos con algo que está  en la actualidad a la orden del día. El tema del divorcio y el repudio en aquel tiempo también se daba como descubrimos en el Evangelio y era primordial  para los judíos y tanto es así, que incluso los discípulos después a solas vuelven a preguntarle a Jesús.
        En tiempo de Jesús el matrimonio era un contrato entre familias. Ni el amor ni los novios tenían nada que ver en el asunto. La mujer pasaba de ser propiedad del padre a ser propiedad del marido. El divorcio era renunciar a una propiedad que solo podía hacer el propietario, el marido. No debemos pretender encontrar respuestas a los problemas del matrimonio de hoy en soluciones que se dieron hace dos mil años. Las relaciones matrimoniales y familiares han cambiado drásticamente y necesitan soluciones nuevas.
    La respuesta de Jesús es clara: "por vuestra terquedad Moisés permitió dar acta de repudio", pero Él va mucho más lejos, dignifica tanto al hombre como a la mujer como obra y creación de Dios, por lo tanto, rompe los esquemas de ver a la mujer como un objeto en todos los sentidos y la eleva al mismo nivel que al hombre.
    Jesús busca acabar con esta idea para centralizarla en el amor mutuo y en la fidelidad constante, solo desde esta clave la unión del hombre y la mujer puede dar sentido al amor conyugal y a la familia,
     La radicalidad de Cristo en este tema es acabar con el sentido de ver a la mujer con inferioridad, como moneda de cambio para quien propicia el divorcio para casarse nuevamente Él nos dice que comete adulterio, no es licito y por lo tanto aunque se este cumpliendo con la ley de Moisés no es lo que Dios quiere. 
    Pidamos a la Sagrada Familia de Nazaret por todas nuestras familias, por los matrimonio que pasan dificultad para que seamos capaces de vivir en unidad y así podamos dar sentido al matrimonio y a la familia.     
    

XXIV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

  Tú eres el Mesías. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.

Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a las aldeas de Cesarea de Filipo; por el camino preguntó a sus discípulos:
«¿Quién dice la gente que soy yo?».
Ellos le contestaron:
«Unos, Juan el Bautista; otros, Elías, y otros, uno de los profetas».
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy?».
Tomando la palabra Pedro le dijo:
«Tú eres el Mesías».
Y les conminó a que no hablaran a nadie acerca de esto.
Y empezó a instruirlos:
«El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro:
«¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo:
«Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?». Palabra del Señor.
    En este domingo, Jesús nos pide dar una respuesta acerca de Él. Una respuesta que nazca desde nuestro propio interior. Nos invita a su seguimiento, y para ello tenemos que saber a quién seguimos y qué camino hemos de andar.
    Hoy al igual que Pedro podremos decir que es el Mesías, es la respuesta más acertada de los discípulos, pero a su vez Jesús reprende a Pedro cuando se interpone al plan de Dios, "¡Ponte detrás de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!". En nuestra vida también nos puede pasar eso, que seamos obstáculo para que Dios lleve en nosotros su plan de salvación.   
    El camino que nos ofrece es el camino de la Cruz, "Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga". En definitiva es el mismo camino que vivió El, cumplir la voluntad del Padre, para que todos tengamos vida eterna.
    

XVIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed

Del evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios».
Ellos le preguntaron:
«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?».
Respondió Jesús:
«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado».
Le replicaron:
«¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”».
Jesús les replicó:
«En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo».
Entonces le dijeron:
«Señor, danos siempre de este pan».
Jesús les contestó:
«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás». Palabra del Señor.
     Este domingo el evangelio es continuación del domingo anterior, "todo el mundo te busca" encontramos al comienzo del mismo.  Todo el mundo esta siempre en camino de búsqueda, ahora bien, tenemos que ver qué buscamos, o qué sentido de búsqueda tenemos.
    Nuestro mundo actual podemos ver que está siempre en camino de búsqueda al cual llamamos progreso, buscamos lo último en inteligencia artificial, lo último en el espacio, en nuevas técnicas y tecnologías, pero hoy Jesús nos dice que le buscan porque se han saciado con el pan y el pescado del milagro del domingo anterior, es decir, por haber terminado con sus necesidades materiales.
    Hoy nos podemos preguntar por qué buscamos a Jesús, qué queremos descubrir en Él. El mismo nos dice que es el pan que da vida al mundo, es decir, que sacia todas las necesidades del hombre, que le da pleno sentido a su vida.
    Se refiere a la vida espiritual que también debemos de alimentar, por medio de la Palabra, la oración, los sacramentos, etc., desde este punto podremos ver el resto de otro modo, pues el mismo Dios nos llena de su presencia para que también nosotros seamos portadores de encuentro para con los otros hasta llegar a Jesús.
    Que este tiempo estival en el que estamos, inmersos en buscar lugares y momentos de descanso, busquemos también un espacio para encontrarnos con Él y dejemos que nuestro interior quede saciado por la fuerza de su Espíritu para que tengamos vida plena en Él.
    
    

XVII TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

 Repartió a los que estaban sentados todo lo que quisieron.

Del evangelio según san Juan. 
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea, o de Tiberíades. Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos.
Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe:
«¿Con qué compraremos panes para que coman estos?».
Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó:
«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice:
«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo:
«Decid a la gente que se siente en el suelo».
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil.
Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos:
«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda».
Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía:
«Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al mundo».
Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo. Palabra del Señor.
    En este domingo del tiempo ordinario, el Señor se nos presenta como el Dios providente, que esta atento a sus criaturas.
        Tanto en la primera lectura como en el evangelio, Dios les da de comer a su pueblo, sin que falte nada. Esa es la providencia de Dios, sale al encuentro de su pueblo ante toda necesidad. Pero para saciar su hambre el pueblo  tiene un papel fundamental, será quien reparta el alimento y de esta forma pueda reconocer la obra de Dios.
        Cuando nos acercamos a estos acontecimientos hemos de hacerlo como nos dice la segunda lectura, desde la humildad, comprensión y amor para que se ponga de manifiesto la unidad del Espíritu, si así lo hacemos podremos descubrir que somos instrumentos de Dios y que podemos alimentar a su pueblo como lo hacen los apóstoles en este evangelio. Descubramos cuales son nuestras necesidades ante Dios no solo corporales sino también espirituales, su Palabra, los Sacramentos y dejémonos alimentar por ello, hagamos cercano el amor del Padre para que por medio de este vivamos la unidad de la fe y del Bautismo y así podamos crecer como pueblo de Dios que camina a su encuentro.

XVI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

Andaban como ovejas que no tienen pastor.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
Él les dijo:
«Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco».
Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer.
Se fueron en barca a solas a un lugar desierto.
Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. Palabra del Señor.
    Este domingo muchos estarán ya viviendo un descanso merecido, hoy Jesús invita a sus discípulos a descansar también al llegar de la misión que el mismo Maestro le había encomendado.
    En el evangelio de hoy podemos encontrarnos con dos experiencias bien distintas y diferenciadas. El cansancio que puede llevar la misión de Dios en nosotros, como la necesidad que existe también en nosotros de encontrarnos con Él.
     En ambas situaciones hay un denominador común, Jesús. Tanto en la primera como en la segunda situación Él nos sigue alentando para la misión. Podemos pensar que al descansar de un merecido descanso podemos de dejar de ser cristianos, de alejarnos del Maestro, pero la verdad es que incluso en este tiempo estival también la misión sigue hacia adelante estemos donde estemos, somos discípulos misioneros y esa es la clave, somos testigos del Señor.
    La segunda invitación de este domingo bien puede ser la del final del evangelio buscar un momento con el Señor para no andar como ovejas sin pastor, podemos caer en la situación de dejarlo a un lado y experimentar la lejanía del Maestro cuando él está mas cerca de nosotros. Dejemos que Él entre en nuestra vida en estos días para alentarnos con su Espíritu y así poderlo ver en todo momento en aquel que está a nuestro lado y sobre todo en el tiempo que le dediquemos a la oración y en la celebración de los Sacramentos. "No andemos como ovejas sin pastor".

XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

 Los fue enviando.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto.
Y decía:
«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra ellos».
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. Palabra del Señor.
    El evangelio de hoy es continuación del evangelio del domingo pasado, donde el Maestro no era bien recibido entre los suyos.
    Estamos ante un evangelio lleno de signos pero unos signos que nos llevan plenamente a la misión que Jesús nos confía en todo momento.
    Lo primero que descubrimos es la llamada y el envío con la misión de llevar el mensaje del Evangelio a todas partes. Esta misión la recibimos en el día de nuestro Bautismo, Él  nos llama para llevar la Buena Noticia.
    El mismo Señor nos dice como hemos de hacerlo, desde la esperanza y confianza en Él, sabiendo que su Palabra es la que propiciara su acogida y adhesión a su persona.
     Hoy nos invita a ser profetas de nuestro tiempo, ya que como nos dice el mismo apóstol Pablo hemos sido elegidos antes de la creación del mundo a ser sus Hijos, llamados a ser testigos y testimonio del Padre.
    Que la fuerza de su Espíritu nos empuje a hacerlo presente en medio de nosotros y de esta forma ir construyendo el Reino de Dios desde la confianza y la fuerza que Él nos da para llevar a cabo el mensaje de salvación, el mensaje de la esperanza.
    

XIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

No desprecian a un profeta más que en su tierra.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a su ciudad y lo seguían sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada:
«¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada? ¿Y esos milagros que realizan sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?».
Y se escandalizaban a cuenta de él.
Les decía:
«No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».
No pudo hacer allí ningún milagro, solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se admiraba de su falta de fe.
Y recorría los pueblos de alrededor enseñando. Palabra del Señor.
    Hoy Jesús, el Maestro, va a su tierra y no puede hacer allí ningún milagro, ya que tanto su gente como Él mismo quedan escandalizados mutuamente.
    Su pueblo queda escandalizado de Él puesto que lo conocen y no pueden entender que su manera de actuar sea esa, y Jesús se escandaliza por la falta de fe que tiene su pueblo.
    Nosotros,  también pensaríamos lo mismo: "qué nos podrá decir este si lo conocemos y sabemos lo que es". Una cosa sí que tenemos que tener clara, el mensaje de Jesucristo viene de arriba pero en la envoltura de la propia humanidad, nuestra propia humanidad y Él se encuentra con ese mismo obstáculo. Por lo tanto, tenemos que pensar que la proclamación de la Palabra, el hacer presente a Dios en nuestras vidas no es un camino fácil, puesto que nos podemos encontrar y de hecho es así, con la no acogida de la misma y el reproche de los demás, pero Dios sigue actuando como nos dice la primera lectura, te hagan caso o no, tú ve a proclamar.
    Tenemos que encontrar los grandes acontecimientos de salvación que nos trae Dios, en la sencillez del día a día, incluso teniendo en cuenta como nos dice el apóstol Pablo que en medio de nuestras debilidades Dios se hace presente. Pues cuando somos débiles Dios mismo con su gracia nos hace fuertes.
    Dejemos que el Dios de la misericordia venga a nosotros para que por medio de su Espíritu ilumine nuestras mentes, acojamos su plan de salvación y de esa manera seamos profetas de nuestro tiempo para hacerlo presente en nuestra vida.

XIII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

Contigo hablo, niña, levántate.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús atravesó de nuevo en barca a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor y se quedó junto al mar.
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies, rogándole con insistencia:
«Mi niña está en las últimas; ven, impón las manos sobre ella, para que se cure y viva».
Se fue con él y lo seguía mucha gente que lo apretujaba.
Había una mujer que padecía flujos de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y se había gastado en eso toda su fortuna; pero, en vez de mejorar, se había puesto peor. Oyó hablar de Jesús y, acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto, pensando:
«Con solo tocarle el manto curaré».
Inmediatamente se secó la fuente de sus hemorragias y notó que su cuerpo estaba curado. Jesús, notando que había salido fuerza de él, se volvió enseguida, en medio de la gente y preguntaba:
«¿Quién me ha tocado el manto?».
Los discípulos le contestaban:
«Ves cómo te apretuja la gente y preguntas: «¿Quién me ha tocado?»».
Él seguía mirando alrededor, para ver a la que había hecho esto. La mujer se acercó asustada y temblorosa, al comprender lo que le había ocurrido, se le echó a los pies y le confesó toda la verdad.
Él le dice:
«Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad».
Todavía estaba hablando, cuando llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle:
«Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?».
Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga:
«No temas; basta que tengas fe».
No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a casa del jefe de la sinagoga y encuentra el alboroto de los que lloraban y se lamentaban a gritos y después de entrar les dijo:
«¿Qué estrépito y qué lloros son estos? La niña no está muerta; está dormida».
Se reían de él. Pero él los echó fuera a todos y, con el padre y la madre de la niña y sus acompañantes, entró donde estaba la niña, la cogió de la mano y le dijo:
«Talitha qumi» (que significa: «Contigo hablo, niña, levántate»).
La niña se levantó inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y quedaron fuera de sí llenos de estupor.
Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña. Palabra del Señor.
    Hoy Jesús nos invita a descubrirlo como el Dios de la vida, el Dios que nos da su vida para que nosotros tengamos vida en abundancia.
    En el pasaje bíblico de hoy nos encontramos con dos milagros, el de la hemorroisa y la resurrección de la hija de Jairo. Para nosotros el tema de la muerte aún sigue siendo un tema tabú, es cierto que creemos en la resurrección pero quizás pueda mas el encontrarnos con el misterio de la muerte. 
    Pues bien, hoy Cristo nos da la respuesta, Dios no quiere la muerte del hombre como escuchamos en la primera lectura de este domingo, más aun, vemos como el Señor se acerca a todo aquel que vive en este ámbito de mortandad.
    En el evangelio de hoy vemos como los judíos no pueden acercarse ni a la hemorroisa ni a la niña puesto que esta muerta, aquellos que lo hicieran incurrirían en impureza; sin embargo, Jesús entra de lleno y toca a ambas para devolverles la pureza ritual, "tu fe te ha salvado", "a ti te lo digo, niña levantate". El no tiene miedo de acercarse y tocar todo aquello que esta lleno de miseria, es más lo convierte en dignidad y esperanza.
    Toda esta esperanza viene de la mano del encuentro con el Señor, ambos se encuentran con Él aunque los demás, los que están a su alrededor impidan este encuentro, "ves como te apretujan y preguntas quién te ha tocado" , y también como aquellos que llegan diciendo que la niña ha muerto, "para que molestar más al Maestro".
    Jesús quiere que nos encontremos con Él para tocar nuestras miserias, poder curarlas y llenarnos de esperanza. Él viene a darnos vida y una vida en abundancia, encontrémonos con Él y propiciemos que otros se encuentren también.

XII DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

¿Quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!

Del evangelio según san Marcos.
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
«Vamos a la otra orilla».
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido sobre un cabezal.
Lo despertaron, diciéndole:
«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
«¡Silencio, enmudece!».
El viento cesó y vino una gran calma.
Él les dijo:
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?».
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
«¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!». Palabra del Señor.
   Este domingo la reflexión no es mía, pero me ha parecido muy interesante y quiero compartirlo con todos vosotros.
Jesús pide a los discípulos que vayan a la otra orilla. Está haciendo referencia al paso del mar Rojo. Aquel paso los llevó a la tierra prometida. La otra orilla del mar de Galilea era tierra de gentiles. Es una invitación a la universalidad, más allá del ámbito judío, que se opone a la apertura. La primera “tormenta” que se desató en el seno de la comunidad cristiana fue precisamente por el intento de apertura a los paganos.
La tempestad, está haciendo referencia a Jonás (fue increpado por el capitán por estar durmiendo mientras ellos estaban muertos de miedo). El mar es en la Biblia, símbolo del caos, lugar tenebroso de constantes peligros. Dominar el mar era exclusivo de Dios. De ahí podemos sacar la enseñanza simbólica. El mensaje de Jesús tiene que llegar a todos los hombres, pero no se conseguirá si no se abandona la falsa seguridad de pertenecer a un pueblo elegido, sino a través de la lucha contra las fuerzas del mal.
Mientras todos estaban muertos de miedo, él dormía... Hay que tener en cuenta que se llamaba también “cabezal” a la especie de almohada, donde se colocaba la cabeza de un muerto. Están haciendo clara referencia a una situación post pascual. La primera comunidad tiene claro que Jesús está con ellos, pero de una manera muy distinta a cuando vivía. Aunque no lo vean, tienen que seguir confiando en su presencia.
¿No te importa que nos hundamos? La necesidad extrema les obliga a pedir ayuda a Jesús como último recurso. Las palabras que le dirigen indican su estado de ánimo. No dudan que Jesús pueda salvarlos, dudan de que esté interesado en hacerlo, lo cual es el colmo de la desconfianza. Es dudar de su amor. Es lo que Jesús reprocha a los discípulos. Siguen necesitando de la acción externa para encontrar seguridad.
Increpó al viento y dijo al mar: ¡Cállate! Son las mismas palabras que Jesús dirige a los espíritus inmundos. Además, en singular, como queriendo personalizar al viento. Recordad que la palabra “ruah” (viento) es la misma que significa espíritu. Viento que perjudica, equivale a mal espíritu. El “poder” de Jesús se dirige contra la fuerza del mal, no contra los elementos, que, aunque pueden ser hostiles, nunca son malos. Hoy sabemos que después de toda tormenta viene la calma con total normalidad.
¿Por qué sois cobardes? ¿Aún no tenéis fe? No son preguntas, sino constataciones de una evidencia. Ni confiaban en sí mismos ni confiaban en él. Aquí tenemos otra clave para la reflexión. Confiar en un Dios que está fuera y actuará desde allí, nos ha llevado siempre al callejón sin salida del infantilismo religioso. Una vez más queda manifiesto que la fe no es la aceptación de unas verdades teóricas, sino la adhesión confiada a una persona. Jesús les acusa de no confiar ni en Dios ni en Él ni en ellos.
¿Quién es este? El miedo y la pregunta final, deja claro que no habían entendido quién era Jesús. El relato no tiene en cuenta, que Marcos ya había adelantado varios títulos divinos aplicados a Jesús desde la primera línea de su evangelio: “Orígenes de la buena noticia de Jesús, Mesías, Hijo de Dios”. Queda demostrado que no vale una respuesta intelectual. Lo que es Jesús, no hay manera de mostrarlo ni demostrarlo. El descubrimiento tiene que ser experiencia personal de lo que Jesús es en nosotros.
A todos nosotros nos invita hoy el evangelio a cruzar a la otra orilla. Estamos tan seguros en nuestra orilla que no será fácil que nos arriesguemos a cruzar el mar. Ni siquiera estamos convencidos de que exista otra orilla, más allá de las comodidades y las seguridades que ambicionamos. Sin embargo, nuestra meta está al otro lado del riesgo y del peligro. La falta de confianza sigue siendo la causa de que no nos atrevamos a dar el paso. No terminamos de creer que Él va en nuestra propia barca.
El mensaje de Jesús es que debemos confiar, aunque nos parezca que Dios no se preocupa de nosotros. El enemigo del hombre no es la naturaleza, sino una falsa visión de la misma. La naturaleza es siempre buena. Dios no tiene que rectificar su obra para que los hombres confíen en Él. Flaco favor haría Jesús a sus discípulos si accediera a entrar en la dinámica de un Dios, que pone su poder al servicio de los buenos. Jesús les habla de un Dios que se identifica con ellos también en las circunstancias adversas.

XI DOMINGO TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

 

Es la semilla más pequeña, y se hace más alta que las demás hortalizas.

Del evangelio según san Marcos.
En aquel tiempo, Jesús decía al gentío:
«El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo fruto sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega».
Dijo también:
«¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después de sembrada crece, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros del cielo pueden anidar a su sombra».
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado. Palabra del Señor.
    En las lecturas de este domingo, nos encontramos que toda la vida de Jesús es anuncio del Reino de Dios, bien sabemos que Él mismo es el Reino de Dios. Para ello el lenguaje que usa es el lenguaje de las parábolas, utiliza elementos simples, propios de la vida cotidiana, para expresar las realidades divinas.
    Hoy nos presenta la parábola de la semilla y del grano de mostaza, en el interior de cada una de ellas está el germen para dar el fruto correspondiente, la primera llegar a ser pan, la segunda en convertirse en un arbusto donde puedan cobijarse las aves.
    En nuestro interior también tenemos la semilla de la fe llamada a dar fruto, por medio de la escucha de la Palabra y del cumplimiento de la voluntad de Dios, solo así llegaremos a descubrir el Reino de Dios en nuestras vidas y a darlo a conocer a los demás, 
    Que esta semilla que se nos dio en el Bautismo germine en la tierra buena que Dios nos ha dado que somos todos nosotros, sabiendo que en muchas ocasiones tenemos que trabajar la tierra para que los abrojos de la vida no ahoguen la fe que cada uno llevamos dentro. Ojala demos el fruto bueno que la semilla esta llamada a dar,

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

 


 Esto es mi cuerpo. Ésta es mi sangre.
Del evangelio según san Marcos.
El primer día de los Ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos:
«¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?».
Él envió a dos discípulos diciéndoles:
«Id a la ciudad, os saldrá al paso un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidlo, y en la casa adonde entre, decidle al dueño: “El Maestro pregunta: ¿Cuál es la habitación donde voy a comer la Pascua con mis discípulos?”.
Os enseñará una habitación grande en el piso de arriba, acondicionada y dispuesta. Preparádnosla allí».
Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la Pascua.
Mientras comían, Jesús tomó pan y, pronunciando la bendición, lo partió y se lo dio diciendo:
«Tomad, esto es mi cuerpo».
Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias, se lo dio y todos bebieron.
Y les dijo:
«Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos. En verdad os digo que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el reino de Dios».
Después de cantar el himno, salieron para el monte de los Olivos. Palabra del Señor.
    Celebramos la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Celebramos a Cristo en su totalidad.  Celebramos el Misterio de nuestra fe, solo desde la misma fe podemos proclamar la muerte y resurrección del Señor hasta que vuelva.
    Celebrar este día es hacer realidad el mandato de Cristo, haced esto en memoria mía. Desde este mandato la Iglesia viene celebrando el misterio de nuestra redención continuamente. En ella, en la Eucaristía, contemplamos el Cuerpo, la Sangre, el Alma, Divinidad de Jesús real y verdaderamente. La Eucaristía es la fuente y culmen de la vida cristiana.
    El Maestro ha querido quedarse para siempre con nosotros en las especies del pan y del vino, de esta forma podemos encontrarnos con Él plenamente en cada celebración eucarística. La Eucaristía es profecía como lo hemos escuchado en la primera lectura, todo el Antiguo Testamento nos hablan del Pan de vida, el maná que se les dio al Pueblo de Israel durante su peregrinación por el desierto, es sacrificio de la nueva alianza, la sangre de Cristo rubrica esta alianza y es memorial, "hacedlo hasta que el vuelva".